Como todos sabemos, la principal virtud de la CUP es su coherencia. Lo pudimos comprobar no hace mucho: el mismo día en que Eulàlia Reguant insinuaba que igual no era tan mala idea ocupar las segundas residencias de los cochinos burgueses, nos enterábamos de que su compadre Benet Salellas es el feliz propietario de dos viviendas, tres locales y seis fincas rústicas. Y ahora me entero de que, para contribuir a la definitiva cuadratura del círculo, Gabriela Serra ha invertido 5.000 euritos en bonos del Estado que la oprime, en vez de ingresarlos en la hacienda catalana para dar ejemplo.
Solo con las fincas rústicas que heredó el señor Salellas, podemos dar alojamiento a unos ochenta refugiados sirios o a una docena de familias catalanas desahuciadas
Ante tanta coherencia, amigos, creo que se impone hacer algo. Propongo crear un grupo de trabajo --siempre suena mejor que "grupo de asalto"-- que se dedique a ocupar las posesiones de los miembros de la CUP y sus familiares más cercanos. Solo con las fincas rústicas que heredó el señor Salellas, podemos dar alojamiento a unos ochenta refugiados sirios o a una docena de familias catalanas desahuciadas.
Tampoco estaría mal averiguar si los padres de Eulalia Reguant tienen segunda residencia, pues, en caso afirmativo, la ocupación es tan justa como urgente. Cabe la posibilidad de que se trate de un apartamento churroso en Vilamerda de l'Arquebisbe o algún sitio igual de espantoso, pero nadie dijo que impartir justicia social fuese una fiesta permanente. Y si a los señores Reguant les da por hacerse fuertes en su segunda residencia, habrá que ocupar la primera, que tampoco sé dónde está, aunque ya me apaño con un pisito en cualquiera de las cuatro capitales de provincia catalanas. Esa gente no conocerá el descanso hasta que se haga con el don de la ubicuidad y pueda vivir en dos sitios a la vez.
Como toda esta actividad social puede ser agotadora, he pensado que los fines de semana podríamos requisarle el autobús a Garganté para irnos de pícnic al campo. Descarto secuestrarle para que haga de chófer porque ese es capaz de detectar a un fascista en el carril contrario y lanzarse sobre él, llevándosenos a todos por delante. Ya sé que el autobús es propiedad municipal, pero yo creo que Ada Colau, si se lo pedimos amablemente, nos regalará uno de la Sarfa a punto del desguace. ¿O es que vamos a ser menos que los del Banc Expropiat?
Me consta que estos planes son un tanto radicales, pero ya que, al parecer, han cambiado las normas de convivencia en nuestro entorno, más vale que nos pongamos todos al día.