Estamos en manos de genios de la política, pero nos negamos a reconocerlo porque somos de natural mezquinos. Ya sé que esta teoría no se sostiene por ninguna parte, pero es la única explicación que se me ocurre ante la avalancha de libros dedicados a gente como Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Ada Colau o Gabriel Rufián, cuyos logros uno cree que podrían resumirse en un par de párrafos (o en dos líneas, en el caso de Rufián). Cocomocho se lleva la palma, pues coinciden en las librerías cuatro o cinco ensayos sobre su egregia figura, incluyendo uno --titulado 'Cata... què?'-- que lo empezó a escribir él mismo, pero parece que no encontró tiempo para terminarlo, encargándose de esa tarea un propio de confianza.
Ya en su momento me sorprendí de que alguien soltara unos euros por leer las profundas conversaciones entre Junqueras y Justo Molinero, pero aún me pasma más que alguien quiera leer la biografía de Gabriel Rufián
Hace unos días, en El Punt Avui Televisió --sí, lo reconozco, a veces me quedo enganchado a ese canal, pero es con finalidades terapéuticas: también Ignatius J. Reilly, protagonista de 'La conjura de los necios', se tragaba películas de Doris Day cuando se había levantado moralmente fofo y necesitaba que le hirviera la sangre, aunque fuese de indignación--, había una bonita tertulia con todos los hagiógrafos de Cocomocho, que competían entre sí para ver quién decía cosas más bonitas sobre su ídolo. Confieso que no reconocí en ese dechado de virtudes humanas y políticas al señor de Gerona que el Astut colocó a dedo de presidente, pues yo lo veo como un sujeto gris, aburrido y carente de ingenio y humor, ¿pero qué se puede esperar de un botifler de merda como el que esto firma?
Ya en su momento me sorprendí de que alguien soltara unos euros por leer las profundas conversaciones entre Junqueras y Justo Molinero, pero aún me pasma más que alguien quiera leer la biografía de Gabriel Rufián que ha escrito un colega de El País. En cuanto a la de Ada Colau, me temo que era inevitable porque es un personaje de moda al que, además, le gusta mucho figurar, pese a esa actitud pasivo-agresiva que gasta. Lo que sí se podría haber evitado --ella misma habría debido abortar el proyecto-- es ese documental titulado 'Alcaldessa' --¿por qué no 'Ada, esa mujer'?-- y dirigido por un Sáenz de Heredia del mundo alternativo que va por ahí diciendo que en su película no hay ni una crítica a la jefa, ni una palabra disonante, ni una mínima duda sobre la eficacia de su gestión.
¿Habrá alguien dispuesto a pagar por ver una hagiografía de nuestra alcaldesa? Yo diría que no, pero si hay gente capaz de adquirir la biografía de Rufián es que en este pequeño mundo nuestro ya puede pasar cualquier cosa.