Mientras escribo estas líneas en una apacible mañana otoñal, es muy probable que Artur Mas y Antonio Baños estén entregándose a una de sus sesiones de sadomasoquismo recreativo. Imagino al Astut en un sótano de la CUP, convenientemente crucificado, mientras el Antoniu le aplica corrientes eléctricas en el escroto, y pienso que cada cual es libre de divertirse como más le plazca. Eso sí, el espectáculo empieza a resultar cansino para los que no compartimos sus perversiones políticas.
¿Hasta qué punto puede presumir de coherencia un partido que se ha equivocado de época y de país, que vive en una realidad paralela fuera de España, de Europa, del euro y hasta de la galaxia?
Como representantes de la pureza del alma (independentista), las alegres chicas de la CUP --como siempre hablan en femenino, incluyo al Antoniu en el lote-- están haciendo sudar sangre al Astut. No por sadismo, como empezamos a pensar algunos, sino por respeto a su principal activo: la coherencia. No negaré el valor de dicha coherencia en un mundo como el de la política, donde no suele abundar, pero creo que no debería limitarse al asunto de la investidura. ¿Hasta qué punto puede presumir de coherencia un partido que se ha equivocado de época y de país, que vive en una realidad paralela fuera de España, de Europa, del euro y hasta de la galaxia? ¿Ustedes oyeron los discursos de David Fernández y Anna Gabriel tras la reunión de Manresa? Yo sí, y reconozco que me divirtieron sobremanera con su batiburrillo de conceptos: revolución, pancatalanismo, feminismo, justicia social, redistribución de la riqueza...Todo de lo más coherente y, sobre todo, realista.
Ahora, la gente de la CUP se está dejando la piel para impedir que el líder de un partido burgués, corrupto y moribundo se ponga al frente de la nueva Cataluña independiente, una entelequia que nunca se materializará, pero que para algunos fanáticos mal informados es inminente. La CUP y Junts pel Sí se están matando por algo imposible, pero lo que cuenta, al parecer, es la coherencia. Coherencia que para los fans del Astut equivale a traición a los principios fundamentales del movimiento soberanista, hasta el punto de que algunos lumbreras del Régimen ya ven la mano del CNI guiando al Antoniu y los suyos (perdón, las suyas).
Una cosa es el sadomasoquismo consensuado, que me parece muy respetable, como casi cualquier otra perversión, y otra es intentar hacernos creer que la pugna entre el Astut y Las Coherentes se desarrolla en el mundo real. Eso sí, como contribución virtual a otros cuatro años de gobierno del PP en cierto rincón de ese mundo real, tales sesiones de bondage son insuperables.