Ya es historia el escándalo de los sobresueldos cobrados por la cúpula de la extinta Caixa Catalunya. La Audiencia de Barcelona ha absuelto al expresidente Narcís Serra, al exdirector general Adolfo Todó y a su adjunto Jaume Massana.

Por este embrollo estaban encartados, además, 39 exmiembros del consejo de administración, entre ellos Antonio Llardén, el actual líder de Enagás. Todos ellos han quedado también exonerados.

El episodio que los magistrados acaban de ventilar se remonta nada menos que a 2010. El sumario no encerraba una gran complejidad, sino todo lo contrario. Se limitaba a determinar si los cobros de marras eran legales o no. Así de sencillo. Sin embargo, la justicia ha necesitado nada menos que nueve años para emitir su veredicto. Es otro botón de muestra de la parsimonia desesperante que caracteriza con harta frecuencia a los tribunales de este país.

El meollo del asunto radica en que mientras la entidad hacía agua por todos lados, Narcís Serra decidió elevar el salario de sus dos principales ejecutivos. El incremento no fue como para tirar cohetes de alegría. Tras él, los discutidos sueldos aún se encontraban a años luz de los entonces vigentes para los altos jerarcas bancarios nacionales.

Entre pitos y flautas, es decir sumando la paga fija y variable, Todó y Massana lograron un alza conjunta de 750.000 euros anuales. Tal devengo no es precisamente astronómico. Pero ocurre que se implantó cuando la caja atravesaba graves dificultades y mientras el Estado se veía obligado a inyectarle ingentes cantidades de dinero para evitar su naufragio.

Los magistrados sostienen en su sentencia que el engorde de los emolumentos “no encerró conductas delictivas”, pero “fue sin duda difícilmente digerible por la opinión pública”, dado el entorno en que se realizó.

Tampoco aprecian delito en “el proceso que condujo a su aprobación", incluido su paso por el máximo órgano de gobierno de la corporación.

Sobre este último punto, los jueces destacan “el giro copernicano” que se observa entre lo manifestado por Todó en fase de instrucción, cuando dijo una cosa (“yo estuve presente en la sesión del consejo que dispuso los aumentos retributivos”), y durante el juicio, cuando manifestó exactamente la contraria (“don Narcís Serra me ha hecho recordar que yo me ausenté de aquella reunión”).

El tribunal afirma que su misión no consiste en efectuar una valoración moral del comportamiento de los acusados, sino sólo juzgar los hechos. Y en éstos no estima acreditada la comisión de los delitos de administración desleal y apropiación indebida que les imputaba la fiscalía. En consecuencia, acuerda absolverlos.

Así, pues, carpetazo a las remuneraciones en Caixa Catalunya, y aquí paz y después gloria.

Esa institución era la segunda en importancia de su género en esta comunidad, tras Caixa de Pensions. Su debacle significó un coste gigantesco para el Erario, superior incluso –en términos relativos– al rescate de Bankia.

El Estado llegó a suministrar a la compañía más de 12.000 millones de euros, en sucesivos desembolsos. De ellos sólo se han recuperado 212, ingresados a raíz de la venta de la entidad a BBVA. El quebranto ocasionado a los contribuyentes es devastador.

Por descontado, semejante agujero no se generó solo y de golpe. Se gestó en el curso de muchos años, sobre la base de financiar y refinanciar el sector inmobilario a manos llenas. Narcís Serra desembarcó en la presidencia en 2005. Su antecesor, Antoni Serra Ramoneda, primo suyo, había ocupado la poltrona entre 1984 y 2005. Batió así todos los récords habidos y por haber de permanencia al frente de una caja de ahorros.

El enorme socavón comenzó a horadarse durante los últimos tiempos de mandato de Antoni Serra. Sin embargo, nadie le ha pedido cuentas. A sus 86 años, disfruta de una plácida jubilación.

Los emolumentos de Todó y Massana son una ínfima gota en el océano de descalabros que registró Caixa Catalunya. No deja de ser chocante que tal nimiedad acaparase la atención de los jueces, mientras que los verdaderos responsables del inmenso agujero de la institución han salido impunes.