El próximo 8 de marzo, millones de mujeres de todo el mundo participarán en la celebración del Día Internacional de la Mujer para reivindicar cuestiones que les afectan. La brecha salarial, la violencia machista, la discriminación por razones de género, la precariedad laboral o la feminización de la pobreza son algunas de las reivindicaciones que se han puesto en común bajo el lema "Si ellas paran, se para el mundo".

Este año será especial porque el llamamiento quiere hacer posible una huelga que se traducirá en secundar paros y movilizaciones en 150 países distintos. Será por primera vez un paro internacional de mujeres.

La huelga feminista no se limitará a la huelga laboral. Pretende ser una huelga de cuidados, del trabajo doméstico, del soporte a la familia, de consumo, con el fin de visibilizar todo aquello que las mujeres hacen en el día a día sin recibir una retribución o por sueldos escasos. Para sacarla adelante, las mujeres se han organizado en plataformas internacionales, estatales y locales con el objetivo de reivindicar la solución de unos problemas que comparten dejando fuera aquello en lo que no hay una postura común.

En Cataluña, la plataforma que organiza las celebraciones en torno al Día Internacional de la Mujer ha decidido, sin embargo, romper este consenso e introducir reivindicaciones en el manifiesto oficial que no cuentan con el apoyo de todas las mujeres.

Una de estas demandas dice relación con la regulación de la prostitución, una cuestión que no comparte todo el movimiento feminista que en gran parte es abolicionista. La otra reivindicación que se ha colado tiene que ver con la situación política y consiste en denunciar las cargas policiales del 1 de octubre y condenar la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, entre otras cuestiones.

Una parte de la ciudadanía vive desde hace tiempo con la sensación de que le han arrebatado los espacios comunes de convivencia

Aunque todo indica que la referencia a la prostitución será retirada, no parece que vaya a suceder lo mismo con el 1-O y el 155, dos cuestiones que no cuentan ni mucho menos con el consenso de las entidades feministas catalanas ni tienen que ver con las reivindicaciones de una jornada pensada para sumar y no para restar.

Esta situación no es, por desgracia, algo nuevo en Cataluña. Una parte de la ciudadanía vive desde hace tiempo con la sensación de que le han arrebatado los espacios comunes de convivencia. Primero fue la Diada, que se convirtió en una jornada de reivindicación por la independencia dejando de lado a los que no compartían los mismos sentimientos. Luego vinieron las fiestas de los pueblos y de los barrios, los partidos de fútbol en el campo del Barça, para culminar con la manifestación de condena a los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto pasado en la que la cabecera se vio plagada de banderas esteladas y simbología independentista que nada tenían que ver con el terrorismo. Muchas nos preguntamos ahora si podremos celebrar la manifestación del 8 de marzo libre de interferencias. Y también si nos encontraremos en una situación parecida en otras fechas de protesta social como el 1 de mayo.

La celebración del Día Internacional de la Mujer es una convocatoria internacional, es un día de todas para poner en común los problemas que comparten las mujeres más allá de sus opciones políticas individuales o el partido político al que votan. La celebración de este año aspira a poner en valor el trabajo silencioso que hacen las mujeres, aquello que hace que el mundo funcione y que es algo que nos une más allá de los colores y las banderas. Es un día para vestir únicamente de violeta.

Esta jornada de huelga y protesta es una oportunidad para poner cosas en común, para compartir, porque los problemas más graves que afectan a las mujeres en Cataluña, en España y en el mundo son los mismos. Es una lástima que se nos quiera privar de nuestro derecho a celebrar el Día Internacional de la Mujer unidas pero hay que participar. Porque el 8-M es de todas y todos y lo tenemos que defender.