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Toni Bolaño opina sobre la relación de Vox y PP con el franquismo

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Pensamiento

Franco ha vuelto con apoyo de Vox y permiso del PP

"Este empeño por blanquear el franquismo, un régimen autoritario y asesino, sorprende desde una óptica democrática, pero las encuestas mandan"

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No son fake news, es incultura pura y dura. Desconocimiento y olvido para blanquear al franquismo. La alcaldesa de Valencia, María José Català, es todo un ejemplo de ello. La entrevistó hace unos días Carlos Alsina y se esmeró en defender la dictadura. Dijo sin ruborizarse que, por ejemplo, Franco hizo obras hidráulicas; como si eso, en sí mismo, suponga no concebir que España era una dictadura

En primer lugar, las obras hidráulicas estaban proyectadas por la II República. Incluso algunas, tiempo antes. No fue una planificación de “Paquito Rana”, como se le apodó, en silencio y entre bambalinas, por los que sufrían la represión. En segundo lugar, las obras se realizaron por el trabajo esclavo de más de 100.000 prisioneros del bando republicano. Muchos de ellos, señora Català, murieron de frío, agotamiento y hambre porque estaban mal nutridos. Y muchos, demasiados, víctimas de accidentes laborales que eran más que previsibles, porque la seguridad brillaba por su ausencia. Eso pasó en Navarra, Cataluña, Andalucía, Aragón, Extremadura, Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha y, evidentemente, en Valencia. Construyeron presas y carreteras en condiciones insalubres y esclavas para poder acceder a la libertad. 

Un día de pena menos por dos de trabajo, en jornadas eternas y condiciones de seguridad nulas, era el sino de los encuadrados en los batallones de trabajadores. Murieron a miles. Eso sí, cobraban 2 pesetas al día, aunque solo percibían 50 céntimos, porque el resto lo debían entregar para su manutención y alojamiento. De hecho, ni lo percibían. Las penas se conmutaban si el preso, además, se integraba en la nueva España de Franco. El informe preceptivo lo ejecutaba la Falange. Toda una garantía, sin duda.

Recomendaría a la alcaldesa de Valencia que para mitigar su ignorancia cómplice leyera la Orden del Ministerio de Justicia de 1 de octubre de 1938 sobre “Redención de penas por el Trabajo”, aplicable a los presos que habían sido condenados por adhesión o auxilio a la rebelión, o sea, a los prisioneros republicanos. Su delito fue no participar en un golpe de Estado, señora alcaldesa, algo que justifica sin ningún prejuicio. 

Este empeño por blanquear el franquismo, un régimen autoritario y asesino, sorprende desde una óptica democrática, pero las encuestas mandan. El PP tiene una fidelidad de voto del 61%, lo que implica una sangría hacia Vox, donde el 63% de sus votantes consideran que la dictadura es la viva imagen de una España mejor. En el PP, ese porcentaje es del 30%.

Esto cuadra con la creciente visión de la juventud española, donde un 25% considera que, en determinadas circunstancias, un régimen autoritario es deseable. Y no queda lejos de la condena a muerte a los demócratas que se oponen a las políticas de Trump, como se encargó de decir el nada demócrata presidente americano. Y menos, de la justificación del rancio franquismo que consideró el golpe del 36 como necesario para poner fin a lo que consideraban "excesos" de la República. Lo mismo que los que consideran ahora al Gobierno "ilegítimo". 

Esta vuelta al autoritarismo es un fenómeno mundial. Chile está a punto de entrar en este escenario de democracias autoritarias que comanda Trump. La derecha como la hemos conocido ya no existe, porque ahora se entrega en cuerpo y alma -con la judicatura a su lado- a luchar contra la democracia aprovechando la crisis del sistema.

Vox puede pisar los talones al PP o sorpasarlo, aunque su piedra en el zapato es este franquismo que les impregna, que nos presenta al dictador como un ídolo del rock. Tanto blanqueo de Franco para alimentar a la extrema derecha. Todo un éxito del PP. Sin este lastre, vayan a saber. Y, si no, miren a Aliança Catalana, que sin el aguilucho detrás se encarama a cotas de voto nunca vistas, porque la extrema derecha está de moda. Tanto, que su máxima expresión política es su grito de guerra “Sánchez, hijo de puta”. No me dirán que no tienen nivel.

Y así, seguirán creciendo, no porque esté Pedro Sánchez como presidente, sino porque el PP se lo está poniendo fácil. Y todo ello con inestimable apoyo de la justicia, que no está ciega, sino que está cara al sol.