¿Qué ha hecho posible que Banc Sabadell se librase de la OPA hostil de BBVA? Durante año y medio hemos vivido un evento empresarial que se ha seguido con la intensidad de una competición deportiva, y el desenlace final ha sido tan inesperado como bien recibido por la sociedad catalana.
Las ofertas no solicitadas, las OPAs hostiles, tienen una tasa de éxito inferior al 50%, y las que ganan lo suelen hacer tras mejorar sensiblemente su oferta. Incluso en Estados Unidos, con mercados más líquidos, menos regulados y con muchas empresas sin grupos de control, la tasa de éxito no supera el 40%. Quien inicia estos procesos debe tener en cuenta lo complejos, y caros, que son.
BBVA se ha armado de un excelente ejército de asesores pero, tal vez, le ha faltado un poco más de empatía y generosidad. También es cierto que el proceso se ha alargado y complicado demasiado, evidenciando las debilidades de la vigente ley de OPAs que, una vez más, debería ser actualizada. Precisamente, la última vez que se actualizó tomó en consideración la numantina defensa de Endesa para evitar el control de Gas Natural, defensa liderada por su presidente y su director financiero, un tal Carlos Torres. Es verdad que lograron su objetivo de que no fuese catalana, pero una multinacional española acabó siendo una filial de una empresa semipública italiana.
Banc Sabadell no lo tenía sencillo para defenderse de una entidad seis veces mayor, sobre todo por carecer de un núcleo duro de accionistas y haber sufrido el valor de su acción debido a las sucesivas crisis financieras. Sin embargo, la estrategia diseñada por su presidente, magistralmente ejecutada por su equipo, con el consejero delegado a la cabeza, pudieron con un banco más poderoso, rodeado de sesudos, y caros, asesores, que se ha gastado mucho dinero pero, sobre todo, se ha dejado muchas plumas en el intento.
Josep Oliu, bregado en mil batallas para mantener la unidad de su consejo incluso en tiempos de zozobra, ha sabido conjugar la razón con el corazón, además de contar con una ejecución perfecta y una gestión de los tiempos impecable. El presidente siempre ha sido la cara cercana y amable de la estrategia de la defensa, dejando para su consejero delegado los mensajes más contundentes y, sobre todo, catalizar la adhesión de todos los empleados del banco, quienes nunca han dejado de creer en el milagro, como demuestra tanto la frenética actividad comercial desarrollada en estos meses como el hecho que prácticamente no ha habido fugas de talento, algo más que natural en una circunstancia como la vivida.
La explosión de alegría vista en el recibimiento del presidente a la sede corporativa el pasado viernes, más propia de una victoria deportiva que de un evento empresarial, muestra la unidad lograda entorno a la defensa del proyecto… y de sus puestos de trabajo. Comparar lo que ocurrió el viernes en el centro corporativo de Sant Cugat con imágenes del Lobo de Wall Street, como ha hecho algún medio, es sencillamente no entender nada.
Banc Sabadell, propiedad de no mucho más de 200.000 accionistas e implantado en toda España, ha logrado lo que parecía imposible, unir a la sociedad catalana en su defensa. Pero al capital le suelen importar poco los lazos sentimentales. El banco ha sido capaz de lograr unos resultados muy buenos que sustentan la promesa de un río de dividendos, al menos hasta 2027, con un superdividendo en 2026 cuando se formalice la venta de su banco en Inglaterra, TSB. La claridad y consistencia de sus mensajes ha sido fundamental para que los accionistas prefieran continuar en el banco vallesano. El apoyo del Govern, de los sindicatos, de las Cámaras… ha sido genial, pero quienes han decidido han sido los accionistas, incluso alguno que probablemente tenga dificultades a la hora de poner Cataluña en el mapa.
Aunque no siempre es algo que se premie, Banc Sabadell ha jugado limpio. No ha hecho promesas que no pueda cumplir, no ha mentido y no ha hurgado en la herida reputacional que tiene abierta BBVA, pendiente de sentarse en el banquillo de los acusados por el caso Tandem, una vez se resuelvan los recursos que tiene presentados ante la Audiencia Nacional.
BBVA es un excelente banco, tremendamente rentable, líder en economías con mucho potencial y con una tecnología muy avanzada, tanto que le ha permitido abrir bancos puramente digitales en, de momento, Italia y Alemania. Lo tiene todo para triunfar. Pero tal vez le han dado demasiada importancia al excel y al powerpoint, descuidando los aspectos humanos. No han logrado transmitir cercanía, especialmente en Cataluña, a pesar de ser herederos de un banco y seis cajas catalanas y tener aquí una cuota de mercado cercana al 20% y un número de oficinas algo superior a las del Sabadell. Esa falta de empatía, entendible en el caso de los accionistas minoritarios, es aún más grave en los institucionales, pues no ser capaces de transmitir tu proyecto a inversores profesionales o no ser creíbles es una debilidad que va más allá de esta operación.
El camino a seguir por el Sabadell está claro en el corto plazo y muy abierto en el medio. De momento, seguirán dando excelentes resultados, lo que les permitirá repartir pingües dividendos, con un superdividendo en primavera del año que viene una vez se materialice la venta de TSB. A partir de ahí veremos qué estrategia siguen para reforzar su estructura accionarial conformando un núcleo duro que les evite un nuevo susto, pues la operación que acaba de fracasar demuestra tanto el atractivo de la entidad como lo sencillo que hubiese sido hacerse con él si la oferta hubiese sido más atractiva y se hubiese gestionado con un poco más de empatía.
