Todo proyecto político exige un equilibrio entre lo extraordinario y lo cotidiano, entre la aspiración y la intimidad. Nadie sabe muy bien porqué, pero Sílvia Orriols ofrece este equilibrio, mientras Junts, la derecha nacional-populista, hace la vista gorda. Pues está ahí: el elefante en el salón hace ya demasiado bulto. La irrupción ultra e independentista de Aliança Catalana -¿quién la financia?- está provocando un maremoto. Sin programa y sin representación territorial conocida, avanza misteriosamente como un vendaval en los sondeos, en amplias capas de la población juvenil. Y Carles Puigdemont acusa a las nuevas generaciones de sucumbir a la tentación de las modas. Es como decir 'cuidado con Furest y Gonzalo Comella; ¡compren en mercadillos! antes de pisar Chanel, Louis Vuitton o Gucci'.
La contaminación radical se contagia a través del viento. Y quien no lo quiera ver se equivoca, como ha escrito Alain Minc, consultor, empresario y “espíritu de Francia” -je suis estomaqué par la résignation des milieux dirigents face à la posible election de Marine Le Pen- respecto a la proyección presidencial de la lideresa ultra a la que izquierdistas y republicanos invisibilizan con su indiferencia. El ascenso del autoritarismo es denso y silencioso en toda la UE.
En Cataluña, el pensamiento duro se viraliza por debajo de los escuadristas que invaden pueblos y consistorios mostrando su heroísmo de pacotilla contra indefensos inmigrantes. La campaña disruptiva de la extrema derecha se alimenta de la posverdad que anima a sus líderes. La hiena ha incorporado la política basada en la evidencia y, a la hora de relatar datos empíricos, simplemente inventa sobre el formato de las redes sociales. Apela al orgullo nacional en discursos identitarios y resentimiento. Lo peor es que su flanco antiinmigración se plasma con claridad en el PP, cuando Alma Ezcurra (Eurodiputada y Coordinadora Sectorial de Génova 13) denuncia que “en los barrios la gente se siente extraña en su propia casa”. Extraña porque hay ciudadanos que practican otros ritos religiosos. ¿Qué es esto? Islamofobia de la buena, contenida ya en el proyecto global de Feijóo cuando dice que la “nacionalidad no se regala, se merece”. Y se sabe, le pueden las musas de la Ribera Sacra.
Se dice que el discurso del PP ya es ultra y que no se refleja en los sondeos porque la gente prefiere lo auténtico (Vox) a la copia. Pues tres cuartos de lo mismo con Aliança Catalana y Junts. En un comunicado emitido por JxCat, se señala que sus alcaldes han expresado “su preocupación por la “multirreincidencia” delictiva de los inmigrantes y las “ocupaciones delincuenciales”; exigen leyes que el “PSOE bloquea”.
Pedro Sánchez no tendrá Presupuestos, pero esta gente no tiene vergüenza. La Cataluña laboriosa y pacificada de Salvador Illa no los necesita. Orriols, Ezcurra y Puigdemont, même combat, que no significa precisamente el combate de los memes.
