Benjamin Netanyahu ha dejado de ser Bibi, muy en boga en los bares de moda clandestinos y caros, los speakeasy de Barcelona, donde se habla bajito y señoreado en contra de la supuesta España antisemita defensora de la Gaza ensangrentada. España es cualquier cosa menos antisemita, como no sea el país de Vox, Ayuso y Orriols, propensos a la doble negación: denuncian el antisemitismo de la izquierda, desde la bancada del Generalato -faro de Occidente y luz de Trento- frente al contubernio judeo-masónico de los rojos.

Ahora, afortunadamente, ya se habla mal de Bibi en todas partes, incluso en Sharm el-Sheij, a orillas del Mar Rojo, donde se ha firmado una paz endeble en la que los 67.000 gazatíes masacrados son el precio de la redención de Palestina. Aquí, Bibi tiene seguidores, a pesar de todo, como se está viendo en los asaltos a los consistorios municipales del interior (caso Torelló), en los que los nacionalpopulistas toman los plenarios, al estilo Capitolio, aunque nadie los haya votado. Es el fideicomiso de Orriols, un plan en el que Aliança Catalana estaría dentro y fuera de las instituciones, al estilo de la Casa Blanca en el Great Trust. Orriols podría contemplar un protectorado catalán con Vox de socio, incrementando el bloque duro que se está comiendo por los pies al PP de Génova 13.  

Trump, el hombre de las mil caras, siente envidia de Tilly Norwood, la actriz generada por AI, y pone ojitos de conejo indigesto después de comerse el sapo portorriqueño de Bad Bunny, previsto para la Super Bowl 26. Les aconsejo que vean The Bibi Files, la película documental, que quiso prohibir Bibi, proyectada en Toronto y aspirante actual a los premios de la Academia, compatible con otros logros conocidos, como No Other Land o From Ground Zero.

En el plan de paz hay un fragmento llamativo sobre el gobierno transitorio en la Franja: una autoridad de transición y la retirada de una gran parte de la población palestina. Es lo mismo que proponen aquí los ultras, con la expulsión de millones de inmigrantes. El laberinto español goza de una dinámica endiablada; el expresidente Aznar -trumpista de los anales- dice que la causa de Israel debe prevalecer, si queremos mantener vivo a Occidente, un miedo catedralicio al Gran Reemplazo, que hace las veces del “que viene el lobo” y sitúa la solución (expulsión en masa de magrebíes) por delante del problema inexistente, espoleado por los últimos sondeos del Gesop y el CIS, con la inmigración como segunda preocupación de la ciudadanía. La reacción de Núñez Feijóo, con un nuevo proyecto para la inmigración, ayer en Barcelona, resultó un fiasco. Tarde y mal, a media distancia entre Vox y la nada.

Mientras tanto, la reacción socialista en los sondeos es un hecho, más allá de la cocina del padrino Tezanos. Con la atención puesta en Cataluña, con Salvador Illa contrastado, ERC y Junts se estancan y a Orriols se le abre el proyecto del fideicomiso, camisa parda, pañuelo al viento.