Los propietarios de pisos turísticos legales están que trinan contra Pere Aragonès, porque poco antes de dejar la presidencia de la Generalitat derogó licencias de estos alojamientos, y ahora ha anunciado que se va a dedicar a dirigir la cadena hotelera de su familia.
O sea, que antes de abandonar el cargo, eliminó parte de la competencia, cuantas menos alternativas de alojamiento tengan los turistas, mejor para los hoteles y mejor para la empresa de la familia Aragonès, a eso se le llama estar en misa y repicando. Ya que fue un pésimo presidente, por lo menos ha demostrado ser un excelente hijo, vaya una cosa por la otra.
Las asociaciones de apartamentos turísticos deberían ser más comprensivas. Aragonès se comportó como se comporta cualquier político nacionalista en Cataluña: situando a la familia por delante de los ciudadanos, de la ideología, del partido, del país, de la iglesia y hasta del Barça y de los castellers.
Lo primero es la familia, de eso sentó las bases el padre espiritual de todo el nacionalismo catalán, Jordi Pujol. Gracias a sus enseñanzas y, sobre todo, a su ejemplo, cualquier nacionalista que alcance un cargo en Cataluña -y eso va desde la presidencia de la Generalitat hasta la última subsecretaría- sabe que debe beneficiar a su familia.
Cada cual, dentro de sus posibilidades, por supuesto. El subsecretario conseguirá acelerar las gestiones que un primo o un cuñado necesitan resolver, y el president de la Generalitat eliminará la competencia del negocio familiar. Para eso se mete en política un nacionalista, no iba a ser para mejorar a la sociedad.
Si la familia Aragonès tuviera colegios en lugar de hoteles, unas de las últimas acciones de gobierno de tan ejemplar hijo, habría sido la de eliminar de un plumazo la enseñanza pública en Cataluña.
Si los Aragonès fuesen propietarios de granjas de cerdos, habría prohibido no solo el veganismo, sino también el consumo de carne de vaca, pollo y cordero. La familia es la familia.
O sea que todavía tendríamos que estar agradecidos a Pere Aragonès, ya que además de licencias de apartamentos, podría haber derogado también las de cámpings y de casas de turismo rural, que constituyen competencia directa de los hoteles. Ya puestos, y para asegurar un próspero negocio, podría haber anulado incluso las licencias de todos los hoteles que no fuesen de su familia.
Lo más seguro es que no tuviera tiempo de hacerlo, por falta de ganas no sería. Tanto criticarle y resulta que se quedó corto, y no estamos hablando de su estatura sino de sus logros. Por culpa de no haber cumplido lo que le mandaron, desde que dejó el cargo el pobre hombre habrá tenido que escuchar cada día las recriminaciones de su familia.
--¿Lo ves? Con esa manía tuya de dejarlo todo para el último día, al final solo pudiste anular unas cuantas licencias de apartamentos. ¿Y los cámpings? ¿Y los hoteles de la competencia? Ahí están, funcionando tan tranquilos. Inútil, que eres un inútil, para una cosa que tenías que hacer en la Generalitat, y ni de eso fuiste capaz. Mira como Pujol procuró por todos sus hijos, mira como Puigdemont tiene a su santa colocada en una televisión de barrio y cobrando un pastón, y si de Torra no sabemos nada será porque ha sido muy discreto o porque estuvo muy poco tiempo en el cargo. En cambio tu, que nos podrías haber hecho más ricos, te conformaste con eliminar unos cuantos apartamentos, con eso no vamos a ningún lado.
Como castigo, le han mandado a dirigir la empresa hotelera, que se les apañe él, habrá pensado su padre, que era quien la dirigía hasta ahora, harto de este hijo que le ha salido rana.