Esta semana se ha publicado lo que parece que puede ser parte del contenido del informe

de la UCO en el caso Koldo, que vincularían al actual secretario de Organización del PSOE

-Santos Cerdán- con contratos públicos adjudicados a una de las grandes empresas

energéticas/constructora de infraestructuras de nuestro país.

La citada obra se habría adjudicado a una UTE formada por la citada gran compañía y dos

pequeñas empresas, por más de 70 millones de euros, que ningún valor añadían (teniendo

en cuenta la envergadura de la empresa de infraestructura que encabeza la UTE) salvo el

justificar la indebida adjudicación y conexión con el territorio en el que se iba a desarrollar

el proyecto, por aquello de barrer para casa.

La adjudicación -como sabemos a estas alturas- tuvo el voto particular en contra tanto del

secretario como de uno de los vocales de la mesa de contratación, por entender que las

puntuaciones otorgadas al adjudicatario de la obra habían sido arbitrarias, pero da igual

¡Donde manda capitán, no manda marinero! Y así nos va … En este país parece que no hay

forma de contratar con la Administración Pública sino es a través de mover influencias que

luego son debidamente recompensadas.

Los asuntos de corrupción en 2024 se han mantenido en cifras preocupantes, con el

procesamiento de 108 personas físicas y 38 personas jurídicas, así como la conclusión de la

investigación de 35 procedimientos penales por corrupción pública. Estos delitos habrían

sido cometidos por funcionarios, autoridades y políticos en el ejercicio de sus cargos,

siendo el porcentaje de sentencias condenatorias cercano al 60%.

Por tanto, el uso -o mejor dicho, el abuso- que se realiza por parte de algunos cargos

públicos de los privilegios que les son otorgados se puede considerar, lamentablemente,

como sistémico en nuestro país, aprovechando las oportunidades, conexiones y viajes para

beneficio personal una y otra vez, caso Koldo, caso Begoña Gómez, caso hermano del

presidente…

Dicho lo cual, de todo ello tenemos conocimiento, gracias a las dos únicas instancias que

siguen haciendo su trabajo: los jueces y la policía judicial. El trabajo realizado por los

mismos mayoritariamente -porque sus vergonzosas excepciones tienen, como todos- es

admirable, valiente y determinante para que el Estado de Derecho se siga manteniendo. La

presión a la que se ven sometidos es creciente desde todos los puntos de vista, personal,

profesional, familiar, social…

Quizás no estaría de más darle una vuelta a la regulación y castigo de los delitos

relacionados con la corrupción si queremos que las cosas empiecen a cambiar. Aunque

empiezo a creer que en realidad a nadie le interesa que las cosas cambien, porque es bueno

para las empresas grandes, es bueno para los políticos mientras están en el cargo, y cuando

salen del mismo, dado que van a parar a esas grandes empresas, es bueno para esas

empresas pequeñas que un escándalo las pone en el mapa.