Antes se decía no hables más de la cuenta porque todo se sabe. Ahora, hay que decir no escribas más de la cuenta porque todo se sabe. Esta semana ha sido delirante. Un periódico ha publicado los mensajes entre Pedro Sánchez y, en aquel momento, su hombre de confianza, José Luis Ábalos.

Faltaría por saber quién es el filtrador. Si el propio Ábalos, si la UCO o si el propio juzgado. Seguro, segurísimo, que algún juez trate de investigar quién es el filtrador. No me tomen en serio, es una ironía. Ningún magistrado moverá un dedo porque la imagen violada es la de Pedro Sánchez, no es la de Díaz Ayuso. Tendrá que pedir el Gobierno que se investigue y aun así, veremos. Y un detalle que hasta ahora ha pasado inadvertido: el presidente del Gobierno cambió de teléfono a finales de 2023. El nuevo no lo tiene ya tanta gente. Me aventuro que ni Ábalos.

El fuego graneado del PP, junto con la brocha gorda, quiere poner en la picota al presidente, pero las conversaciones son anteriores al escándalo Koldo y a los tejemanejes de Ábalos. Y son conversaciones de vestuario, sin delito, pero suculentas para unos periodistas. Son mensajes privados en los que se habla con naturalidad —porque los políticos son humanos— y se pone a caldo a terceros. A los que te tocan los pies. Sin más, pero que han generado más ruido que aquel famoso “Luis, sé fuerte”. El PP de eso no quiere ni acordarse.

No hay noticia en los mensajes. Que Sánchez no se llevaba bien con Lambán o con Page no es para el Pulitzer. ¿Es noticia publicarlos? Creo que no aportan nada. Solo algarabía. Les aseguro que mis mensajes con mis amigos son más entretenidos y tienen más números para una portada. Lo publicado hasta ahora no tiene ningún contenido, aunque sí se publican con un objetivo: deshumanizar a Pedro Sánchez y bombear a partir de su publicación tesis autoritarias. Si me apuran, intentar descentrar al presidente y lo más importante: desmotivar a los cuadros y desmovilizar a los votantes. Ese es el verdadero nudo gordiano que hay que reventar.

Los ataques se han redoblado y persiguen la rendición del Gobierno. No en vano, Feijóo convoca congreso del partido para estar preparado en caso de un avance electoral que ya vaticinan sus portavoces mediáticos. Los casos David Sánchez, Begoña Gómez, Koldo y Ábalos se presentan como un gran caso de corrupción en el PSOE, con Sánchez como máximo responsable. Ese es el objetivo de la publicación de los WhatsApp: implicar directamente al presidente. No en vano se insinúa que se rescató Air Europa por la mediación de su mujer. Se obvia que la Unión Europea lo aprobó. No es un detalle menor pero se olvida con facilidad.

Feijóo quiere aprovechar la coyuntura para unir fuerzas en el PP y aprovechar que en el CIS la política de acoso y derribo —desmoralizar, deshumanizar y desmovilizar— da sus frutos. Ante el ciclo electoral que se avecina, Feijóo se atreve a convocar un congreso después de ocho años. Sobre la mesa, la ponencia política —acercarse o no a Vox, el ser o no ser del PP—, los cambios en la dirección y el sistema de primarias que quedará en agua de borrajas porque Feijóo no cree en él. El líder confía en que nadie cuestionará su liderazgo porque la única que podría está agazapada y espera su momento: Díaz Ayuso, pero incordiará, no lo duden. Confía en cerrar filas, remodelar la dirección y presentarse como alternativa.

En el PP casi están brindando con champán, o cava como prefieran, pero cuidado con lo que deseas. Sánchez hace de su Manual de resistencia una forma de hacer política. No le gusta ir con el paso cambiado y no parece que esté a gusto con sus actuales colaboradores. Por tanto, si yo fuera Feijóo no descartaría un cambio de tercio en forma de cambio de Gobierno para pillar al PP en puertas de su congreso en junio. España asistirá a una cumbre de la OTAN en junio. Antes no se moverá pieza, pero no descarten que lo haga mientras el PP se relame con antelación de su gran victoria electoral.

Ojo con Sánchez que recupera resuello tomando la iniciativa. Hasta el rabo todo es toro y las elecciones no se ganan con sainetes que solo buscan destruir al rival en el campo personal. Esto no es política, señores.