El secesionismo inteligente heredero del populismo pujolista ha analizado el fracaso de la declaración de independencia en octubre del 2017, que no obtuvo ningún reconocimiento internacional.
El análisis les ha conducido a entender que debería cambiar de estrategia, no sólo para conseguir sus objetivos utópicos, cada vez más lejanos, sino sobre todo para adaptarse a la nueva realidad. Sin duda, los siete diputados de Junts en Madrid juegan un papel determinante para garantizar la continuidad del Gobierno de coalición y condicionar la acción de gobierno.
Es indudable que los independentistas están “tocados, pero no hundidos “, son conscientes que su primer envite serio ha fracasado. Pero es difícil que el sectarismo de los “inasequibles al desaliento” renuncie a sus objetivos patrióticos, sus “dirigentes” sólo plantean un alto en el camino para reponer fuerzas. Para ellos, Cataluña no es España y, por lo tanto, no deben seguir perteneciendo a un Estado al que aborrecen, y al que consideran “ocupante”. Sin embargo, la debilidad parlamentaria del Gobierno de España hace renacer la esperanza de los secesionistas irredentos.
En la actualidad, el Govern de la Generalitat disfruta de una situación de un cierto optimismo con el riesgo de “confundir los deseos con la realidad”. En este escenario “idílico” que disfrutamos, a veces dan la sensación de que tienen a los indepes controlados.
Hay manifestaciones como la realizada por el “ingenuo” expresidente Zapatero, que en una entrevista en La Vanguardia del pasado 6 de abril realiza una declaración de amor al fugitivo de Waterloo: “Tengo una excelente relación con Puigdemont”, dice, afirmando “que ha cuajado una relación de confianza”. Incluso llega a recomendarnos “no menospreciar a Puigdemont en el plano intelectual…”
Sin embargo, el presidente del Gobierno de España es plenamente consciente de estar sometido al permanente chantaje del fugitivo. Las concesiones a Puigdemont puede que contribuyan a “facilitar” la gobernanza del país, pero sobre todo mantienen la estrategia independentista, a la que no renuncian: debilitar al Estado construyendo estructuras de Estado alternativas.
Un dato por considerar: son muchas las votaciones en las que PP y Junts han coincidido en los últimos meses. En diciembre, se aliaron para derogar el impuesto a las energéticas y suspender el impuesto sobre el valor de la producción eléctrica. En enero, junto a Vox, tumbaron la ley que proponía el alza de las pensiones, las subvenciones al transporte e incluso las ayudas a los afectados por la DANA, y más recientemente, también dejaron caer la Agencia Estatal de Salud Pública. Por no hablar de la reforma de la ley de Extranjería o la senda de déficit.
Me temo que hay sectores de la izquierda catalana que se sienten autosatisfechos y en algunos momentos parecen como “convencidos de que el secesionismo esta derrotado”.
Por otra parte, amplios sectores de la izquierda del resto de España presumen del "soporte" que los partidos secesionistas prestan al Gobierno de coalición Progresista.
Hay una cierta frivolidad en la lectura de lo que está ocurriendo en el Principat. Me permito algunas consideraciones sobre el tema. Se intentan construir poco a poco "estructuras de Estado" (traspaso de Rodalies, control de la inmigración, "financiación singular"...)
El traspaso de Rodalies propuesto por el secesionismo no tiene como objetivo la mejora de la operación sino, principalmente, el control político del traspaso y el logro de “estructuras de Estado”.
El control de la inmigración, que supone el reconocimiento de la emigración como problema que afecta a la catalanidad y tiene un cierto tufo xenófobo y racista. La "financiación singular", que pone el acento en el desarrollo del icónico “Espanya ens roba”.
Todo lo anterior nos conduce al desarrollo de una nueva estrategia: “Cataluña no sale de España, es España la que está siendo expulsada de Cataluña”. En estos momentos, el hombre de Waterloo tiene una capacidad de intervención e influencia en la política del Gobierno español que nunca había tenido. Hay una parte significativa de la izquierda que confunde el federalismo, que une y fortalece a la Nación Española (nación de naciones) con un cierto complejo de "reinos de Taifas". Muchas veces se confunden los deseos con la realidad.
Urge que el PSOE consiga templar los ánimos e intentar un entendimiento con los populares, que permitiría gobernar la nación desde la estabilidad, lo que en estos momentos se antoja inviable. El PP necesita dirigentes “inteligentes” y sin complejos. Que piensen que algún día volverán a gobernar y, por lo tanto, deberían hacer posible la aplicación de políticas de Estado. Hoy por hoy, la propuesta de entendimiento PSOE-PP es inviable, pero la nueva UE que pueda surgir de la amenaza del trumpismo puede provocar cambios de calado.
Las viejas certezas van desapareciendo poco a poco, sustituidas por las fake news que propagan los extremos para generar dudas e incertidumbres. Con ello, los ultras radicales consiguen ser los protagonistas en los nuevos escenarios preñados de confusión.