Tiempos de cambio en Cataluña. Más bien son gestos que no hacen volver a la Cataluña real, dialogante, transversal y plural, esa que más de simbolismos es de realidades. Son gestos, sin duda.

Primer gesto: Punto y final al centro de referencia del independentismo en el Born. Un lugar de memoria y de historia, pero sin falsearla y ampliarla. Se hablará de 1714, evidentemente, pero de más cosas y del contexto, porque los defensores de Barcelona no eran independentistas, sino que eran defensores de la singularidad y los fueros catalanes. Baste consultar el Bando promulgado por los Tres Comunes el 11 de septiembre de 1714 a las tres de la tarde. En él se pedía a todos los que pudieran ir a defender las murallas de Barcelona, “en la que hoy reside la libertad de todo el Principado” ante “los enemigos del Rey -Austria, por supuesto-, de nuestra libertad y Patria”, y por “la libertad de toda España”. En otras versiones se dice por “la libertad de los pueblos de España”. Poco que ver con la historia que nos han intentado manipular, para luego inocular. Ahora, el Born será historia, no un santuario independentista.

Segundo gesto: Conversación del president de la Generalitat, Salvador Illa con el escritor Javier Cercas. Los voceros y la fauna más radical se subieron a la parra porque el presidente catalán conversaba con un escritor no catalán, aunque vive en Cataluña desde los cuatro años, y, sobre todo, un escritor no independentista. Poco importa que la obra de Cercas se haya traducido a más de 30 idiomas, y que la conversación con Illa versara sobre la muerte del Papa Francisco. ¡Qué más da! Los irredentos se tiraron al cuello del president y del autor de Soldados de Salamina. Seguro que los autores de los exabruptos, muy “catalanets” ellos y la consabida ella, no tienen ni idea dónde está Santa María del Collell, pero sobre todo odian a Melchor Marín, ese mosso “españolazo” protagonista de la trilogía Terra Alta, que representa todo lo que odian.

Tercer gesto: Punto y final a la ignominia de ERC, Junts, Vox y PP de negarle la Medalla de Barcelona a la actriz Loles León. Unos votaron en contra porque no cumplía los mínimos independentistas. Otros lo hicieron porque no era de derechas y, peor, porque se vanagloriaba con desfachatez de ser de izquierdas. Su trayectoria profesional no contó para nada. Ni su popularidad ni su trabajo en pro del catalán en la Transición. Se la condenó al ostracismo, pero el president Illa ha puesto pie en pared y ha resuelto otorgarle a Loles la Creu de Sant Jordi. La fauna volverá a bramar en el desierto para intentar dar ánimos a sus desmoralizadas huestes.

Pero me falta en esta lista un cuarto gesto. Hacer de la Comisaría de Via Laietana un centro de memoria. No porque sea una reivindicación de ERC, sino porque, a mi juicio, es de justicia, porque la Policía de hoy nada tiene que ver con la franquista. La Policía Nacional debe reubicarse en otras instalaciones más modernas y mejor dotadas y recuperar la Comisaría como un espacio de memoria y de historia.

Y, si me apuran, me falta un quinto. Recuperar el Museo Militar del Castillo de Montjuïc, porque la memoria también es recuperar la historia de una ciudad ligada al castillo y a la represión militar en diferentes etapas históricas.

Son dos gestos que todavía no se han ejecutado, pero que deben hacerse. Hacer un bastión de España la Comísaria de Vía Laietana es un sinsentido azuzado desde Madrid DF. Medios de comunicación y políticos levantan una bandera falsa. Vía Laietana debe desaparecer como Comisaría y aparecer como un centro de interpretación de la dictadura. La dicotomía no es entre independentistas y españolistas, sino entre demócratas y franquistas. Y en el castillo debe aparecer de nuevo el Museo Militar, porque lo militar ha sido una constante de la historia de Barcelona. Es reactivar un conocimiento necesario para poder interpretar correctamente los hechos del pasado. No es una dicotomía entre militarismo y pacifismo.

Cinco gestos. Tres han salido adelante. Habrá que aplicarse para aprobar las asignaturas pendientes.