No estamos acostumbrados a que los políticos pidan limosna, de ahí que lo de Pablo Iglesias solicitando a sus fieles unos euros para abrir un local de copas, nos sorprenda un poquito, tampoco mucho, que ya vamos conociendo al personaje.
Alguien podría pensar que con los años que Iglesias y su señora llevan viviendo a costa de los Presupuestos Generales gracias a la política, podían haber ahorrado un poquito, que no todo ha de ser derrochar y comprarse chalecitos, pero hay que entender que una pobre gente que llegó a la política por sorpresa, no supiera administrar bien todo el dinero que se le vino de golpe encima.
A cualquiera puede sucederle que, acostumbrado a vivir modestamente con un sueldecito de profesor universitario, en cuanto le cae dinero en el bolsillo, se lo gaste en caprichos, incluso en vicios, casos ha habido, quien sabe si el de Iglesias fue uno de ellos, no sería raro, según se va sabiendo de sus compañeros de partido.
Uno gasta y gasta y, claro, después llega el momento de ampliar una taberna, y en la caja fuerte no hay más que telarañas. Los nuevos ricos son así, dilapidan todo lo que cae en sus manos como si no hubiera un mañana. Hasta que un día se dan cuenta de que -con suerte, ya que el caso contrario sería peor- siempre llega un mañana.
Triste es de pedir, pero más triste es de robar, gritaba el menesteroso Iglesias a la puerta de su taberna. Una taberna no es el lugar más adecuado para pedir limosna, es mucho mejor a la salida de misa, abandonan el templo las señoras de la alta sociedad, con el corazón henchido de paz y el monedero de billetes. Además, ejerciendo de pobre a la entrada de una taberna, lo más probable es que muchos pensaran que Iglesias se iba a gastar en vino los pocos euros que recolectara, y que prefirieran no alentarle al vicio.
Mira que hay sitios en los que pedir dinero, si no le gustan las iglesias -que ya sería raro, con apellido tan piadoso- podría situarse en un parque, en el metro o a la salida de un bingo, siempre que esos lugares no estuvieran ocupados por otros pobres de pedir, que son gente muy posesiva y con malas pulgas.
Cualquier sitio es mejor para pedir limosna que la puerta de una taberna, aunque ésta se llame Garibaldi, eso lo sabe cualquier mendigo con un poco de experiencia. Eso es lo que le falta a Pablo Iglesias, experiencia a la hora de solicitar una ayudita, estaba demasiado acostumbrado a conseguir dinero sin hacer a cambio nada de provecho. No es su culpa, la política es así.
No hay nada peor que un pelagatos a quien le llueva el dinero. No solo porque se vuelve arrogante -ahí está Iglesias agrediendo a la prensa que no le ríe las gracias, para más inri, en el mismo acto donde solicita ayuda monetaria-, sino porque no sabe administrarse y, cuando le llegan malos tiempos -que siempre le llegan-, tenemos que acudir los demás a socorrerlo. No hay que ser rencorosos con este pobre hombre que quiso asaltar los cielos y llegó solo hasta Galapagar, todo lo contrario, hay que saber perdonarle su poco cuidado con el dinero y ayudarlo en lo posible.
Si el muy necesitado Iglesias quiere ampliar una taberna y no tiene dinero para hacerlo, no vamos a exigirle que pida un crédito, como haría cualquier hijo de vecino. Un revolucionario no quiere saber nada de bancos, símbolo del capitalismo, un revolucionario pide a los camaradas que le ayuden, así de paso no paga intereses. Donde esté el arte de pegar sablazos a los que todavía confían en ti, que se quiten los bancos.
- Pero, Pablo, ¿tú crees que podemos engañar todavía a los pocos seguidores que nos quedan para que nos den sus ahorros?
- Podemos.