La importancia de tener una ciudad más segura y vigilada es una razón de peso por la que apostar sin vacilaciones, en un momento en el que los ciudadanos detectan que Barcelona es una urbe con una elevada percepción de inseguridad, según los resultados de las últimas encuestas municipales. El teniente de alcalde encargado de la seguridad en la capital catalana, Albert Batlle, vislumbró su hoja de ruta en unas declaraciones radiofónicas esta pasada semana que van en la línea de colocar las medidas oportunas para facilitar que la ciudad esté más preparada para combatir al delincuente.
Albert Batlle afirmó que la voluntad del ayuntamiento es la de aumentar decididamente el número de cámaras a colocar en la vía pública de la ciudad. De las 140 existentes la pretensión es llegar a 500. Sin duda, es una medida valiente y decidida. Si el objetivo es reducir y esclarecer los delitos, y que esa situación contribuya a reducir la sensación de inseguridad instalada en el día a día del ciudadano, aumentar la vigilancia debe ser considerado como un asunto positivo y trascendental.
No le faltarán las críticas al teniente de alcalde. Ya se sabe que en esta ciudad se clama por tener resultados, pero se es capaz de criticar hasta la extenuación las medidas para conseguir esos mismos resultados. La ciudad ha estado demasiado tiempo bajo el influjo de las corrientes buenistas, esas que consideran que la seguridad debe estar sometida a la libertad y que cualquier acción que implique un exceso de control debe ser denostada. Nada más lejos de lo que le conviene a Barcelona y a sus ciudadanos. Cuanta más seguridad, más libertad. ¿Cuál es el problema por colocar un número ingente de cámaras en las calles, en los lugares más problemáticos? Sinceramente ninguno. El percance aparece cuando no hay elementos que capten pruebas contra los violentos y los delincuentes y esas cámaras conseguirán datos que ayudarán a que la ciudad sea más habitable.
Afortunadamente, cada vez hay más personas sensibilizadas con la adopción de medios que permitan frenar el delito. Quienes se colocan en el lado de la intransigencia o lo hacen por la defensa de una cuestión política o por no entender nada de nada. Es curioso comprobar cómo algunas personas ponen el grito en el cielo cuando la Administración extrema las medidas de seguridad y en cambio ellas inundan las redes sociales de datos, usos y costumbres personales que son pura carnaza para los amantes del delito.
Para todas aquellas personas que nada tienen que esconder, un aumento de vigilancia no alterará su ritmo de vida y en cambio les proporcionará una mayor cota de tranquilidad. Llega la hora de no alentar pues conductas que entorpecen la lucha en pos de una seguridad más completa porque, precisamente, lo que demanda la ciudadanía es vivir bajo un clima de sosiego.