Da un poco de yuyu el traspaso a los Mossos del control de fronteras, aunque sea solo una delegación de la competencia, no una cesión (véase la aprobación en el Congreso del PP de Aznar, en 1994, en el primer despliegue de los Mossos, aplicando el 150 de la Constitución, que nunca se ha leído Feijóo).
Estamos tan cerca de una intervención armada en Ucrania de tropas británicas, francesas o españolas (aunque sea en misión de paz) que las fronteras terrestres, puertos y aeropuertos aparecen ya como el último eslabón de la cesión de soberanías en la UE.
Putin no está tan lejos, a tiro de ojiva. Ursula von der Leyen, ha anunciado un ambicioso plan para financiar el rearme europeo con el que pretende movilizar 800.000 millones de euros para el gasto en defensa, una cantidad cercana al esfuerzo comunitario para hacer frente a la recuperación económica durante la pandemia.
La Comisión pondrá en marcha las emisiones del BCE apalancadas en la deuda pública mancomunada de los países miembros.
El objetivo del plan responde a la urgencia de apoyar a Ucrania, horas después de saber que EEUU quiere dejar de apoyar militarmente a Kiev para presionar a Zelenski. Verlo para creerlo y, además, ¿no es demasiado tarde?
Respecto a la inmigración, para ver a los Mossos abriendo portamaletas, hará falta una ley en un Congreso incendiado y habrá que ver qué hace en su día la Generalitat del PSC para aplicar la conquista de Junts pactada con el PSOE.
La silente maquinación de Puigdemont tendrá su segundo gran capítulo el día que la inmigración esté en mano de Salvador Illa. Será entonces cuando el cansino hipérbaton de Junts se convertirá en víctima del abrazo del oso.
Mientras la seguridad pasa al primer plano, confiamos en que el rigor institucional del Mobile World Congress nos devuelva la mirada internacional de Barcelona.
La ciudad de la conectividad y del supercomputador MareNostrum ofrece una presentación ordenada: Felipe VI y Salvador Illa abren la feria por orden de soberanía, desde la corona hasta el poder subsidiario.
Además, es de agradecer la declaración institucional del Mobile en defensa de Ucrania asaltada por Trump, el matón del nuevo orden, en momentos de geopolítica asilvestrada.
¿Es el momento de Europa? Desde luego que sí y, precisamente por eso, sería bueno no dejar la garita de guardia en manos del hombre de Waterloo.
Supongo que Junts habrá movilizado ya a los reservistas de cuello duro, los nietos de Prats de Molló, el escenario pirinaico que encendió el ánimo de Francesc Macià.
No entremos en el triste historicismo y, de momento, vayamos al dato: Puigdemont toma la frontera. Pero es mal momento para los maquillajes militares al estilo del archiduque de Austria.
Hoy, la Europa acorralada de Jean Monnet y Robert Schuman no merece bromas.