Leo (en El Mundo) una entrevista con una joven actriz catalana, llamada Anna Castillo, que en una serie de carácter satírico representa a una princesa de España, llamada Pilar, que es un poco bala perdida y de forma improvisada es coronada reina, porque a raíz de un escándalo su padre ha tenido que abdicar.
“En una de las primeras escenas de la serie”, dice el mentado diario, “Pilar —o Anna Castillo— está en el palco del Estadio Metropolitano antes de una final de Copa entre el Barcelona y el Girona cuando ambas aficiones empiezan a pitar el himno español. Su imagen está proyectada en el videomarcador, y de sus labios sale un claro 'hijo de puta'. Minutos antes, encerrada en un baño del estadio, visiblemente nerviosa, se refiere a los presentes como putos catalanes”.
Sin ver la serie, el ingenio de los guionistas, en la busca del tema y de situaciones gracioso-conflictivas —¡una reina de España pronunciando semejante blasfemia!— no lo vamos a poner en duda por este “gag”. Aunque muy verosímil no es.
Porque ese exabrupto lo podría emitir cualquier cuñao en cualquier garito de España, de la misma manera que tantos cuñaos catalanes han dicho o escrito “Puta Espanya” (único contexto en el que pueden mencionar esta palabra sin que les salgan ronchas en la piel).
Pero nunca se ha pillado ni es muy verosímil que nunca se pille a una reina ni a una princesa en un renuncio así. Por dos motivos: en primer lugar, porque a los príncipes se les educa en las artes diplomáticas más exigentes y severas, y no se les enseña a hablar como la chusma, con tacos y palabrotas, sino con corrección y comedimiento. Va con el cargo.
Y en segundo lugar, porque para un monarca español sería inconcebible decir algo así de los catalanes, que al fin y al cabo forman parte de su reino. Felipe VI, por cierto, ya fue abucheado en algún estadio, y ni parpadeó. Le arrojaron pellas de barro en Valencia, y ni enarcó la ceja. Pero, en fin, aquí se trata de una sátira. ¡Casssshondeo a tope!
El periodista le pregunta a Anna cómo se sentía pronunciando esta frase “putos catalanes”, y si no temía reacciones adversas en su tierra. La respuesta también tiene una gracia muy relativa:
“Es que esta serie está protagonizada por una catalana y creada por dos vascos. ¿Qué quieres que te diga? Les pedí permiso a mis padres para poder decir putos catalanes y me dijeron que sí, porque era una sátira”, reconoce, de nuevo, risueña.
Esto sí que es glorioso, y revelador. Cuesta comprender cómo una actriz adulta, que no tiene problema alguno en hacer cassshondeo a topeeee de la monarquía, en cambio, siente tal cargo de conciencia en decir una palabrota contra su sagrada tierra, ¡hasta el punto de que tiene que pedirle permiso a sus padres! Que deben de ser algo así como guardianes de la dignidad de Cataluña.
Quizá esos padres son dos de aquellos jubilatas que cortaban el tráfico en la Meridiana, en el desfalleciente flamear de crepusculares esteladas.
Imagino a la actriz llegando a casa de sus padres para pedir la venia:
—Papá, mamá, tenemos que hablar.
—¿Ah? ¿Algún problema, Anna, hija?
—Tenemos que hablar.
—¿Qué pasa? ¿Estás embarazada?
—No, no…
—¿Se ha muerto alguien?
—No, no. Es que… en una película tengo que decir “putos catalanes”, y, claro, como nosotros lo somos, me da cosa…
—Hombre, es muy fuerte, sí. Pero vamos a ver, vamos a ver, ¿en qué contexto lo tienes que decir, hija? Ya sabes que és el to el que fa la cançó.
—Es una comedia satírica… nos reímos de los reyes y hacemos casshondeo a topeee de esa rancia institución.
—Esto ya me gusta más.
—Además, el director es vasco.
—¡Todavía me gusta más!
Interviene la madre:
—Y… ¿esto ya da, Anna, hija?
El padre aclara:
—Tu madre quiere decir que si te pagarán bien.
—Uy, sí, papis, muy bien, estoy muy contenta, con mi salario cancelo la hipoteca del segundo piso.
—¡No se hable más! –dice el padre— Tienes mi permiso y mi bendición. ¡Di bien fuerte “putos catalanes”! ¡Dilo ahora! ¡No te cortes!
—Es que, así, sin ensayar, me da cosa…
—¡Dilo, dilo, coño, joder, me cago en la virgen de Montserrat, en la familia Pujol y en la madre que parió a Salvador Illa! ¡Dilo, Anna!
—¡Putos catalanes!... ¡Putos catalanes!
—¡Más fuerte! ¡Más fuerte!
—¡PUTOS CATALAAAAAANEEEES!