La seguridad es una de las claves para que una sociedad sana pueda disfrutar de la vida. Superados los recelos de todos aquellos que veían en las cuestiones del orden el fantasma del autoritarismo, la población requiere seguridad y la considera una gran preocupación cuando detecta que falla. En esas está la ciudadanía de Barcelona que no se cansa de colocar la preocupación por la inseguridad en el primer lugar del escalafón. El pasado viernes las autoridades arrojaron los últimos datos del volumen de delitos que planea sobre la capital catalana y la verdad es que la labor policial está empezando a dar sus frutos. Una reducción del 4,7% del delito a finales del 2024 respecto al año anterior es un guarismo esperanzador, después de mucho tiempo de avance de los delitos.

Es cierto que esos brotes verdes, aunque importantes, todavía no han calado en el conjunto de la población, cuya sensación de inseguridad sigue desbordada. Es difícil reconducir esa sensación pero el primer eslabón para lograrlo es que la eficacia policial ascienda, que cada vez haya más efectivos patrullando por las calles, y que la cruzada contra la multirreincidencia se convierta en una prioridad de los políticos y de los jueces.

De todos los elementos que están en juego para que siga descendiendo el delito y que la ciudadanía lo note, sin duda la clave es la labor de retirar de la calle a los multirreincidentes. El alcalde Collboni lo apuntó tras la presentación de los datos del viernes, cuando conminó a fiscales y jueces a que sigan acelerando para que la labor policial tenga su recompensa. Es imprescindible que la promesa que se realizó de poner en marcha nueve juzgados nuevos para abordar la multirreincidencia entren en juego lo antes posible. Sin duda, ese as en la manga tendría un efecto notable sobre la sensación de inseguridad de los barceloneses. ¿Se imaginan lo que sería que los 400 delincuentes habituales de las calles de la ciudad que acumulan miles de delitos a sus espaldas, pudieran ser retirados de la circulación? En estos momentos parece un guion de ciencia ficción pero es la gran solución al temor de la ciudadanía en las encuestas.

Para alcanzar ese punto de prueba conseguida será importantísimo que la clase política no ceje en su empeño. La presión de los cargos electos es imprescindible para que el objetivo común se materialice. Las policías tienen que hacer su trabajo pero sin la intensidad de los despachos no se logrará que los grandes retos pendientes para combatir el crimen se puedan materializar. Hay buenos presagios pero precisamente por ello ahora no se puede bajar la guardia. Barcelona lleva demasiado tiempo a la deriva en muchos aspectos y es el momento de priorizar los asuntos que más necesitan los barceloneses sin escatimar esfuerzos.