Hace pocos días, en la conferencia que Enric Banda dio en la Reial Academia de Ciències i Arts de Barcelona, con el título: “La competencia científica i tecnològica global”, ofreció un dato que clarifica, explica y permite proyectar escenarios de futuro en la hegemonía tecnológica mundial.

En el top mundial de estudiantes graduados en las llamadas carreras (STEM, ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas), en su acrónimo en inglés, en el año 2020, China contaba con 3,57 millones de estudiantes, India, con 2,55 millones, EEUU, 820.000, Rusia, 520.000, e Indonesia, 300.000.

En Europa, Alemania y Francia tienen alrededor de 200.000 cada uno. Y, por lo tanto, están a mucha distancia de China e India.

Cito esta conferencia y estos datos a la luz de los últimos acontecimientos que han surgido en el debate sobre la llamada inteligencia artificial y las capacidades de desarrollar lenguajes autónomos propios.

La excusa para comparar modelos está siendo la plataforma Deepseek que, en un visto y no visto, le ha comido el terreno a Chatgpt a unos precios mucho más modestos y con código abierto.

Varias reflexiones están apareciendo estos días en relación con los modelos de negocio, costes económicos, capacidades tecnológicas, volatilidades en las valoraciones bursátiles y la libertad de acceso e informaciones de carácter sociopolítico. Todos son conceptos por analizar y estudiar, por sus consecuencias a medio y largo plazo.

Haría bien nuestro amigo el cowboy del lejano oeste en enfundar su pistola y guardar el famoso oso grizzly en una reserva natural protegida. Las amenazas y los rugidos ahuyentan a mucha gente, especialmente a los vecinos más cercanos. Canadá, México, también al resto de Latinoamérica y Groenlandia (Dinamarca), y por extensión, a Europa.

El golpe de efecto que China ha querido transmitir a través de la empresa propietaria de Deepseek no es baladí. El país asiático demuestra con hechos que su proceso de transformación y su camino hacia la innovación constante es más rápido y acelerado de lo que pensamos.

Ahora tendremos debates sobre las estadísticas que ofrece China, su transparencia y fiabilidad, su libertad de expresión, etcétera. Pero no olvidemos que su cultura se asemeja al panda: lenta e imperceptible, aparentemente tranquila, sin estridencias, aunque sin olvidar que también tienen sus Youxias, secos y cortantes con sus espadas.

China lleva años inundando el mercado mundial con sus productos históricamente considerados de low cost, de baja calidad. Pero esa consideración peyorativa puede ser una trampa mortal para el cowboy-grizzly. Cambiar de estrategia y enfoque será esencial para el corto y medio plazo de su acción comercial. Decir que mi producto es mejor porque lo digo yo, hoy en día no tiene ningún valor, más que el autobombo que te quieras dar a ti mismo. Toca demostrarlo, y de forma constante.

Cuanto más proteccionismo americano quieran desarrollar, más potenciales oportunidades se le pueden representar a China. La supuesta preeminencia tecnológica americana, que justificaba su rol del mejor pistolero en el saloon, ya se ha visto fulminado en un duro golpe esta misma semana, que ha representado que el valor de NVIDIA en Bolsa se desplomase el 17% y, con ello, perdiera, en un solo día 556.400 millones de euros de capitalización bursátil.

China ha demostrado que “si me cierran una puerta de acceso a la tecnología, a productos supuestamente de difícil acceso, me busco la vida en otro sitio, tal vez en mi propia casa”. El cowboy va a tener que buscar otra opción, otra manera de proceder. Seguramente se resistirá como gato panza arriba, pero está condenado (¿o no?) a buscar la cooperación y la colaboración con sus históricos amigos/enemigos.

Del “American First” podemos pasar al “American Last First”. Es una decisión que curiosamente nos afecta a todos, porque nos guste o no, aun es "nuestro" cowboy. La novedad es que tenemos un youxia al otro lado del valle, que me quiere ayudar con su panda; que no me dejará hablar ni preguntar mucho, pero que me alimentará. Parafraseando el título de la gran novela de Joan Sales podríamos llamarlo: “Tiempos de incierta gloria”.

Por cierto, en Europa vamos de lobos solitarios. Es nuestro animal mitológico por excelencia: ¡cada uno por su cuenta! Pero si sumásemos, como una manada, que cuando la presa es importante, también lo sabemos hacer, seríamos los cuartos en el listado citado del think tank Center for Security and Emerging Technology (CSET), mencionado anteriormente.

Mientras tanto, nosotros continuamos debatiendo si protegemos o exterminamos a los lobos, ¡siempre con más normativas! Pero con un mercado como el tecnológico, en el que la mayoría de los contenidos están en la nube, en el cloud, ergo, sin el control clásico de fronteras y sin operadores relevantes europeos en el juego, podemos quedarnos con la razón, pero sin poder aplicar la ley. Si nuestro sheriff se salta las normas o las hace a su gusto, ¿qué haremos?