La palabra “tecnología” ha adquirido un halo casi místico en la última década. La asociamos con progreso, modernidad y prosperidad. Sin embargo, en el entusiasmo por abrazar un futuro lleno de algoritmos, aplicaciones y plataformas digitales, hemos olvidado algo fundamental: no se puede vivir solo de tecnología. Necesitamos industria, y más de la que tenemos.

La tecnología es un medio, no un fin. Es cierto que hemos presenciado cómo las innovaciones tecnológicas transforman nuestra manera de comunicarnos, trabajar y consumir. ¿Pero bajo qué condiciones se sostiene esta transformación? La tecnología, por sofisticada que sea, no puede sustituir lo tangible: las materias primas, los bienes de equipo, los productos manufacturados. Todo lo que consideramos digital tiene raíces en algo físico. Y ese algo físico proviene, necesariamente, de la industria.

La nueva Ley de Industria: un paso hacia la autonomía estratégica

La reciente aprobación de la nueva Ley de Industria por parte del Gobierno de España marca un hito clave en la estrategia nacional para fortalecer nuestro tejido industrial. Según fuentes del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, esta ley busca garantizar la autonomía estratégica, reducir la dependencia exterior y fomentar la innovación en sectores clave. Las industrias estratégicas identificadas incluyen la producción de energías renovables, los semiconductores, la industria farmacéutica, la automoción y la tecnología avanzada.

Sin embargo, la ley no está exenta de críticas. Parte de la industria, representada por asociaciones como la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), ha hecho objeciones señalando que carece de un presupuesto específico que respalde las medidas propuestas, lo que podría limitar su impacto real en el corto plazo.

A pesar de esto, expertos en política industrial, como los citados en el reciente informe de Funcas, consideran que es un avance sustancial desde la última ley, que databa de hace décadas y no contemplaba las necesidades actuales de digitalización, sostenibilidad y resiliencia industrial. Este marco actualizado es un paso fundamental para adaptarse a los retos globales y posicionar a España como un actor competitivo en el ámbito industrial.

Esta ley busca garantizar la autonomía estratégica, reducir la dependencia exterior y fomentar la innovación en sectores clave. Estas industrias no sólo son esenciales para el crecimiento económico, sino que también son fundamentales para afrontar los desafíos del cambio climático, la digitalización y la seguridad sanitaria. En un momento en el que las cadenas de suministro globales son más vulnerables que nunca, contar con una base industrial sólida es esencial para nuestra seguridad económica y social.

Tarragona: motor de reindustrialización

En este contexto, Aragón se ha convertido en un ejemplo de cómo aprovechar sus ventajas competitivas para atraer data centers y consolidarse como un hub tecnológico. Su posición estratégica, combinada con incentivos económicos y un acceso eficiente a recursos energéticos, ha permitido que gigantes tecnológicos elijan establecerse allí. Tarragona puede aprender de este enfoque y replicarlo, adaptando sus propias fortalezas para captar inversiones en infraestructura tecnológica e industrial.

Los nuevos ecosistemas industriales se fortalecen gracias a infraestructuras avanzadas como los centros de datos, los superordenadores o los centros especializados en descarbonización. Estas instalaciones no solo aceleran la digitalización y la innovación, sino que también son claves para la sostenibilidad y la transición hacia una industria más verde y eficiente. Tarragona, con su mix energético diversificado, tiene el potencial para atraer este tipo de infraestructuras y convertirse en un referente en estas áreas clave.

Además, Tarragona cuenta con un mix único de conocimientos, talento y tecnologías. La región es química, es ingeniería, es descarbonización, es agrotech, es audiovisual, es servicios y es TIC. Pero solo la combinación de todas sus capacidades permitirá crear una industria verdaderamente robusta que asegure un futuro próspero y sostenible para la región. Este enfoque integrador es clave para transformar a Tarragona en el epicentro industrial de Cataluña y en un modelo de referencia para otras regiones.

Tarragona, con su historia como epicentro industrial, debe ser una de las protagonistas de este impulso. La combinación de su infraestructura, su capital humano y su posición geográfica la convierte en candidata ideal para convertirse en el polo industrial de Cataluña. Además, cuenta con un mix energético diversificado que incluye energías renovables, gas natural y nuclear, una ventaja que puede ser determinante para liderar una transición hacia una industria sostenible.

En los últimos años, hemos visto cómo muchas comunidades industriales han sufrido debido a la deslocalización y la falta de inversión en infraestructuras modernas. Recuperar y fortalecer el tejido industrial en esta región no solo generará empleo de calidad, sino que también contribuirá a una economía más equilibrada y resiliente en Cataluña. Sin embargo, para aprovechar este mix energético, es imprescindible aumentar y modernizar las redes de distribución, un reto que Tarragona comparte con el resto de Europa.

El papel de Tarragona en esta nueva etapa no se limita a su capacidad de producir. La región también puede liderar en innovación y sostenibilidad. La digitalización, por ejemplo, puede ser una herramienta poderosa para modernizar procesos y reducir el impacto ambiental de la industria. Esto requiere una colaboración estrecha entre las administraciones, las empresas y los centros educativos para garantizar que la fuerza laboral esté preparada para los retos del futuro.

Tecnología e industria: una simbiosis para el progreso

Es importante destacar que la tecnología está creando una nueva industria, y la industria requiere tecnología. Esta simbiosis es la base del progreso. Los avances digitales permiten a las empresas industriales ser más eficientes, innovadoras y sostenibles, mientras que la industria proporciona los medios materiales y las plataformas necesarias para que la tecnología prospere.

En este contexto, la sostenibilidad debe ser un principio fundamental. No se trata solo de fabricar más, sino de hacerlo mejor: minimizando el impacto ambiental, optimizando recursos y promoviendo un crecimiento económico inclusivo. Y Tarragona tiene la suerte de contar con un mix energético diversificado.

No todo es digital, aunque lo digital está en todo

Es importante recordar que, aunque lo digital parece dominar nuestras vidas, no puede sustituir lo físico. Todo lo digital necesita una base material: desde los chips en nuestros dispositivos hasta las fibras ópticas que transmiten la información. La industria proporciona esa base material y asegura que podamos seguir avanzando tecnológicamente sin comprometer nuestra independencia.

Tarragona tiene la oportunidad de ser un referente en esta simbiosis entre lo digital y lo industrial. Si logramos capitalizar su potencial, podría convertirse en un modelo de cómo integrar tecnología e industria para crear un futuro sostenible y próspero.

Un cambio necesario en la mentalidad

En España, a menudo caemos en la tentación de creer que el turismo, los servicios y, más recientemente, las startups tecnológicas pueden ser suficientes para sostener nuestra economía. Pero esta visión es miope. Necesitamos un cambio en la mentalidad colectiva que valore la industria no como algo del pasado, sino como un pilar esencial del futuro.

Esto implica invertir en formación profesional y técnica, fomentar la innovación industrial y garantizar que nuestras políticas económicas prioricen el desarrollo de sectores manufactureros. Además, es crucial que las instituciones públicas trabajen de la mano con el sector privado para crear un entorno favorable a la industria.

Mirando hacia adelante

En un mundo cada vez más competitivo, los países que apuesten por la industria estarán mejor preparados para afrontar los desafíos del futuro. La tecnología puede ser la guinda del pastel, pero la base sigue siendo industrial. Es hora de recuperar esa perspectiva y actuar en consecuencia.

Tarragona tiene todas las cartas para convertirse en el motor industrial de Cataluña, liderando un modelo de desarrollo sostenible y resiliente que combine lo mejor de la tecnología y la industria. Su mix energético, combinado con inversiones estratégicas en infraestructuras y digitalización, puede ser el trampolín hacia un liderazgo regional y nacional.

El futuro, aunque digital, seguirá dependiendo de lo tangible. La tecnología nos conecta, pero es la industria la que nos sostiene.

Felices fiestas y una mejor industria para todos.