"Trabajar menos, vivir mejor", ponía el cartelito. A ver quién es el guapo que no está de acuerdo con eso. Uno ve a Yolanda Díaz sonriendo y con los ojos achinados - ¿por qué toda una ministra no es capaz de sonreír sin cerrar los ojos, si sabe hacerlo hasta un niño? - detrás de un atril con esta sentencia ahí escrita, y le dan ganas hasta de votarla, que ya son ganas. Trabajar menos y vivir mejor lo firmaría cualquiera. Yo me conformo hasta con menos: me basta con trabajar menos -o mejor aún, no trabajar nada- y vivir como hasta ahora.
En España ya somos por naturaleza de trabajar poco, así que la campaña no nos pilla de nuevas. No creo que en Alemania o en Japón se le ocurriera a nadie llevar a cabo una cruzada en favor de laburar menos, los milagros alemanes y japoneses se consiguen precisamente al revés, dando un poco más el callo cada día para, en un futuro, vivir todos mejor. Debe ser que en España somos tan ricos que nos podemos permitir esas licencias, y yo no me he enterado. Para la próxima podrían mejorar el lema y poner "Trabajar menos, vivir mejor, echar una siesta cada día e ir a tomar cañas por la tarde", que se identifica mucho mejor con España y, sobre todo, con sus gobernantes.
Supongo que en el ministerio eligieron este lema aposta, y pusieron tras él a la ministra y a los líderes sindicales para escenificar que, efectivamente, es posible trabajar poco y vivir bien. De hecho, escogieron precisamente a esos tres porque demuestran que hasta es factible no pegar golpe y vivir como pachás. Lo que ocurre es que no lo explicaron correctamente y la gente, confundida, creyó que el trabajar menos y vivir mejor era extensivo a todos los españoles. Hasta la patronal pensó lo mismo, así de preocupados se quedaron los empresarios. La realidad es mucho más sencilla: quienes van a trabajar menos y a vivir mejor van a ser los políticos y los sindicalistas, de ahí que fueran los representantes de éstos -Yolanda Díaz, Pepe Álvarez y Unai Sordo- los encargados de anunciar la buena nueva, por eso no dejaron de reír y posar para las fotos. Para que políticos y sindicalistas trabajen menos -cosa harto difícil en España, pero capaces son de hallar la manera- y vivan mejor, los demás tendremos que trabajar más y vivir peor, pero no vamos a notar mucha diferencia.
Si esos tres son capaces de trabajar cada día menos y vivir cada vez mejor, malo sería que no pudiéramos hacerlo todos los demás- me comentó esperanzado mi vecino de rellano cuando subí con él al ascensor, el hombre tiene un pequeño comercio, una ferretería en el barrio, y ya se estaba planteando abrir solamente los lunes, a ver si así le mejora la vida.
El pobre lo entendió mal. Le tuve que explicar que, para que unos cuantos trabajen menos y vivan mejor, los demás tendremos que arrimar el hombro. El error de la mayoría de medios de comunicación -y de mi vecino- fue creer que lo de mejorar la vida trabajando menos iba dirigido a todo el mundo. Para mejorarles la vida a políticos y sindicalistas, los demás tendremos que incrementar nuestra jornada laboral, empezando por mi vecino. No importa, aquí estamos, para lo que gusten mandar.
Quienes nos ganamos la vida honradamente, es decir, al margen de la política y del sindicalismo, sabemos que trabajando menos no vamos a vivir mejor. En realidad, no son pocos quienes quisieran trabajar algo, aunque fuera un poquito, y no para vivir ni mejor ni peor, sino solamente para poder llenar la nevera y pagar el alquiler. O sea, para vivir. Mientras Yolanda Díaz y sus amiguetes muestran dientes para hacernos saber que, trabajen poco o nada, seguirán viviendo igual de bien, los demás sólo aspiramos a que nos dejen vivir, si no bien, por lo menos tranquilos.