Dan ganas de irse a vivir a Gerona. Mientras en Barcelona nos aburrimos porque ayuntamiento y Generalitat están en manos de un partido tan aburrido como el PSC, en Gerona, apenas cien quilómetros al norte, se lo pasan pipa desde que en la ciudad gobierna una cosa llamada Guanyem, que es una marca blanca de la CUP.

La CUP, lo digo para quien ya no lo recuerde, fue un conglomerado de hijos de papá que jugaban a ser revolucionarios, para lo cual se vestían de pobres de pedir y gritaban consignas inanes. La cosa tuvo su gracia al principio, por la novedad, pero como todas las modas, esta fue también efímera. Salvo en Gerona, una tierra en la que la gente de bien ha sido siempre bien vista, y nadie es más gente de bien que los políticos de la CUP, por más que se esfuercen en disimularlo vistiendo ropajes de menesteroso.

En Gerona, decíamos, es donde la CUP todavía pincha y corta, lo cual supone diversión asegurada para los ciudadanos, que tal vez -los gerundenses tienen mala leche, recuerden a Josep Pla- votaron a la CUP, o sea, a Guanyem, para poder reírse. Recuerdo que en mi etapa escolar solíamos elegir como delegado de curso al tonto de la clase, porque sabíamos que nos proporcionaría carcajadas sin tregua. No es aventurado suponer que en Gerona eligieran de alcalde a Lluc Salellas, de Guanyem, por el mismo motivo, conozco a algún gerundense y capaces son. Acertaron de pleno.

Lo último -según recogía Crónica Global-, ha sido ofrecer para la construcción del nuevo hospital unos terrenos en zona inundable. La idea no es mala porque -tal como ha demostrado la reciente DANA en Valencia-, llegado el caso, los enfermos ingresados en las plantas superiores del centro hospitalario podrían matar el tiempo pescando desde la ventana, que ya se sabe que lo peor de los hospitales es el aburrimiento, e incluso los menos graves podrían zambullirse de cabeza en las aguas, la natación es un ejercicio muy completo que les ayudaría a una pronta recuperación.

Cierto es que, por contra, los internos de las plantas inferiores perecerían ahogados, pero hasta las ideas más audaces adolecen de pequeños inconvenientes. Por contra, ser trasladado a Urgencias a bordo de una góndola en lugar de en una ambulancia hace el camino mucho más agradable, romántico incluso, con lo cual el dolor de la fractura de cadera se convierte en amor al alcalde que con su buen hacer ha procurado el agradable paseo náutico.

Por si todo lo anterior fuera poco, seguro que los alrededores del hospital se convertirán, tras las primeras lluvias, en un hábitat de aves y de especies acuáticas hasta ahora caras de ver en Gerona. El croar de las ranas competirá con el chapoteo de las carpas bajo las ventanas de los pacientes, ayudándoles a conciliar el sueño. Miles de flamencos harán parada en las aguas del hospital, descansando de su trayecto migratorio, y los caimanes merodearán por los alrededores esperando que algún enfermero de buen corazón les lance desde la azotea el cuerpo del último paciente que no ha salido con vida del quirófano.

No hay que olvidar que la CUP, además de ser un partido feminista, anticapitalista, ciclista, naturista, igualitario, antirracista, independentista, antisionista, vegetariano, deportista, montañero, motorista, periodista, lector, cinéfilo, vintage, futurista, escultórico, danzarín, cuentista, laico, celíaco y hipertenso, es también un partido ecologista, con lo que la fauna y flora propia de humedales que tendrá su hábitat en el nuevo hospital será vista como altamente positiva.

Hay que ir a vivir a Gerona, lo que yo les diga. Un alcalde de la CUP es un seguro de jolgorio.