El lunes, el Colegio de Periodistas de Cataluña acogió un acto de una "secta". El entrecomillado no es una invención, ni una licencia periodística, sino que es el calificativo que utiliza la asociación anticultos Redune contra Crea, el polémico grupo de investigación en Sociología de la Universidad de Barcelona (UB) que fundó el sociólogo Ramon Flecha.
Pues bien, la galaxia Crea, con el propio Flecha presente, presentó el lunes la asociación CSA-Survivors-Science & Friendship en la sede colegial. La entidad busca, en teoría, combatir el abuso sexual infantil en todas sus formas, arropar a las víctimas y esclarecer los casos. Son objetivos nobles, que deben contar con todo el apoyo de la comunidad y de las instituciones. También el de los medios.
En el transcurso del acto, se preguntó a las ponentes --una de ellas víctima de abusos, vaya por delante mi solidaridad-- por si trabajaban o tenían vínculos con otras asociaciones antiabusos más veteranas, como la extraordinaria Fundación Vicki Bernadet. En pocas palabras, se respondió que no. Y eso que la Bernadet lleva casi 20 años --se fundó en 1997-- combatiendo el asalto sexual a los menores de edad. El próximo 19 de noviembre organizan un debate en el Inefc de Barcelona con motivo del Día Internacional contra el Abuso Sexual Infantil. Esperamos estar, y les recomiendo encarecidamente acercarse a comprobar la titánica labor de esta asociación.
Pero lo del lunes en el Colegio, por mucho que digan, no iba de abuso sexual infantil. Durante la presentación, se insistió muchas veces que "quien vincule a Crea con una secta es un abusador infantil". Sí, lo han leído bien: el grupo de investigación de Flecha utilizó la presentación de una asociación filantrópica para tratar de lavar su imagen. Y digo lavar su imagen, porque Crea es, según varias instancias, Redune la primera, una "secta".
Por cierto, esta comunidad de aprendizaje de la UB (¿?) llevó a Redune a los tribunales y perdió. Como demandó a El Confidencial por un artículo [este] en que los describía como "secta", y también perdió.
Pues bien, tras esas derrotas, Crea y su equipo trataron de manipular una noble causa, la pelea contra el abuso sexual infantil, que nos concierne a todas y a todos, para blanquear su imagen.
Al finalizar el acto y por respeto a los presentes, me acerqué a Ramon Flecha, me presenté y le pedí si nos daría una entrevista en terreno neutral y con luz y taquígrafos. Airado, casi fuera de sí, se negó, y alzando la voz me dijo que "él no habla con cómplices de agresores". Y es que sin quererlo, el profesor Flecha reveló la verdadera naturaleza del evento del lunes: Crea tildará de abusador y acosador a toda aquella y todo aquel que cuestione su método de investigación por comunidad, esto es, que los científicos convivan juntos y tengan relaciones entre ellos.
Así, para este grupo científico de la UB todo el mundo --se llame Redune, se llame El Confidencial o se llame Crónica Global-- son enemigos a batir si cuestionan sus dinámicas claramente cultistas. Y tuvieron el descaro de verbalizarlo en pleno Colegio de Periodistas, la catedral de la libertad de prensa en Cataluña.
Repito: la lucha contra el abuso, de toda índole, nos concierne a todas y a todos. Precisa del total apoyo. Pero no es lo que buscaba la presentación del lunes. En la misma, un grupo de inspiración sectaria, con la total complicidad del decano, Joan Maria Morros, insultó, amenazó e intimidó a la prensa, a toda, a viva voz.
Muchos medio de comunicación, del Ara a Catalunya Press, pasando por El Nacional o El País, han dado cuenta de las sospechas o vínculos de Crea con los grupos sectarios. Se ha explicado que esa comunidad de aprendizaje controla las parejas de sus miembros, y denosta a los que la abandonan. Un grupo de ellos, por cierto, también derrotó a Crea en los tribunales, hasta el Supremo, cuando quisieron dejar el grupo y se les acusó de "agresores" (¿les suena?). El alto tribunal obligó a los de Flecha a colgar la disculpa en su página web y los tablones de la UB.
Lo de Crea es increíble, inaudito. Que la Universidad de Barcelona permita que en su seno habite y medre un colectivo que absorbe y controla voluntades de estudiantes e investigadores es de otro planeta. Hiela la sangre. Solo en las catacumbas de la Cataluña más woke y magufa --la que venera a Pàmies, por ejemplo-- se puede explicar la existencia de un grupete así. El papel del rectorado --¿hay alguien ahí, Joan Guàrdia?- y su timidez con este asunto tampoco deja de asombrar. El relativismo moral ganando por goleada.
Pero lo más pasmoso si cabe es que todo un Colegio de Periodistas de Cataluña ceda su tribuna pública para que un culto oscurantista amenace a la prensa abiertamente y a plena luz del día. El lunes, una "secta" pasó por el Colegio. Y nadie pió. Otra más.