El primer paso para que una Administración dé pasos para arreglar un problema es reconocerlo. Sin duda no es suficiente con alzar la voz, pero es un magnífico pistoletazo de salida que debe encadenarse con las primeras iniciativas a seguir para que, tras la exposición del problema, las soluciones no se pierdan en el hiperespacio, como ocurre con múltiples cuestiones. La ausencia de una seguridad suficientemente solvente en nuestra sociedad es un hecho. Por ello, las declaraciones que la consellera de Interior y Seguridad Pública, Núria Parlon, realizó en RAC 1 la semana pasada sobre la foto fija del problema en Cataluña, tienen un componente reparador para tratar de dar con la tecla que alivie al ciudadano del via crucis callejero.

La consellera hizo un repaso de los aspectos más lesivos para los habitantes. Habló de multirreincidencia, el principal de los escollos que le hace la vida imposible al bienestar de los ciudadanos locales y foráneos; no tuvo pelos en la lengua en admitir que el delito acostumbra a ser realizado por personas sin nacionalidad española, sin que ello tenga que interpretarse como una cacería al inmigrante si no simplemente ponerle nombre y apellidos a la situación: la mayoría de inmigrantes tratan de buscarse la vida dentro de la legalidad y la minoría se refugia en el delito. Lo que ocurre es que esa minoría es la que corta el bacalao amargando la vida en la calle.

Parlon destacó asimismo el nivel excesivo de violencia, escenificado principalmente por el uso desmesurado de armas blancas y rubricó su exposición con el volumen inaguantable de robos que se produce en el aeropuerto de Barcelona. Vamos, todo un panorama.

Con la certeza del diagnóstico ahora será necesario comprobar qué pasos da la nueva Administración para tratar de aminorar una lacra que hace ya demasiado tiempo que atormenta a barceloneses y catalanes en general. Veremos si la presencia policial se ajusta al alza y las calles están más controladas, algo que no depende de cambios legislativos ni de la falta de jueces, como necesita la lucha contra la multirreincidencia.

En este asunto, en el de los delincuentes incontroladamente repetidores, la sociedad está expectante por ver si las promesas del gobierno de ofrecer un plan de choque se hacen realidad, y la nómina de jueces se amplía con la misma celeridad que nuestros sirleros desvalijan a un miembro de la expedición del Bayern Múnich.

Otro ítem para comprobar será ver si el desmadre del aeropuerto se ata más corto y dejamos de dar la imagen de una ciudad bananera. No son tareas fáciles de resolver. Pero la sociedad implora soluciones rápidas y no tendrá mucha paciencia. No por demasiado tiempo.