Nuestro día a día está marcado por la geopolítica en marcha. Los ultras ganan sin haber ganado y el proyecto europeo empieza a ser irreconocible; el archipiélago socialdemócrata se resquebraja por el trato a la inmigración: el Reino Unido de Keir Starmer, la Alemania de Olaf Scholz y la España de Sánchez se distancian entre sí.

Bajo semejante síndrome continental, Cataluña y España miden su relato en términos de mayorías. Lo harán en los Presupuestos Generales del Estado que negocian en silencio PSOE y Junts, y el resto del pacto de legislatura silente. Nadie contempla una moción de censura a cargo del PP y de Vox por más que el propio Santiago Abascal diga que la aceptará, aunque esté metido Junts. Por fin se menta a la bicha, aunque todavía está muy lejos.

Cuando ir p’alante es una condena anticipada, el ir p’atrás debería establecer una geografía del pasado; resumir lo que les ocurrió a los que fueron p’alante ante los magistrados que aplican las admoniciones judiciales del vocero de Sol. En este cruce de caminos, Pilar Rahola revive al mundo conservador, cuando asegura estar harta de los que dicen que el PSOE ha hecho más por Cataluña que el PP: “Núñez Feijóo nunca nos ha mentido”, asegura. Rahola proclama una revisitación del José María Aznar de 1996, un “ogro que cumplió sus acuerdos con Pujol”.

Fuera las caretas: los enemigos de la UE del bienestar quieren un buen pacto con el PP. A las puertas de su desaparición, Junts se pone a tiro. Trata de sobrevivir como taifa del soberanismo, a costa de vender al otro lado sus siete escaños en Madrid, algo que sería del agrado de Laura Borràs, pero que resulta imposible a criterio de Jordi Turull, el secretario general de la formación. Hablar es más fácil que desear, y esto segundo es la antesala de los hechos.

Los congresos de Junts y ERC perfilan el futuro de la legislatura, que el mismo PSOE quiere cerrar en su congreso de Sevilla –el 1 de diciembre– con la adhesión al presidente, pese a la oposición de andaluces, castellanoleoneses o aragoneses. Y, como de costumbre, a Sánchez no le pesa librar batallas antes de ganar la guerra.

Los congresos de otoño decidirán la aprobación de los presupuestos, algo que en Cataluña es urgente a causa del declive industrial por falta de inversión. La rentabilidad privada es exclusivamente inmobiliaria, como demuestran los fondos colocados por las family offices catalanas (los grandes patrimonios), según la consultora Cushman & Wakefield.

La política española vive bajo el cruce de querellas entre PP y PSOE. El encono dialéctico entre Ayuso y Sánchez acabará metiendo a Núñez Feijóo en saco roto. El plante de Ayuso a Sánchez, en la reunión prevista en la Moncloa como parte de la ronda negociadora de los presidentes autonómicos, crea un enorme malestar entre los barones del PP. Si hay vacío de poder en Génova, 13, los conservadores perderán su rosa de los vientos y la cartografía del spin doctor no será suficiente, como para colocar a la presidenta madrileña al frente del gran partido de la derecha.