Los resultados del Índice Global de Innovación 2024 muestran que España ha recuperado dos posiciones, pero aún está lejos de las regiones líderes de innovación confirmando que mejoramos, pero no suficientemente rápido.
El informe destaca las cuatro empresas españolas que más invierten en R+D: Banco Santander, Amadeus, Telefónica e Iberdrola; las empresas con mayor valor intangible: Inditex, Iberdrola y Cellnex, y los tres unicornios: Job and Talent, Cabify y Travelperk. Además, identifica Madrid y Cataluña en las posiciones 48 y 55, respectivamente, en el ranking de los 100 clústeres de ciencia y tecnología.
El mensaje es claro: o invertimos en innovación o nos quedamos atrás tal y como indica el informe sobre competitividad de Draghi, que nos recuerda que la economía europea pende de un hilo si no mejora su competitividad a través de la innovación y que es ahora o nunca.
Para cambiar de rumbo rápidamente las empresas saben bien que hace falta dirección, una organización ágil, inversión, equipos preparados e innovar. Para eso hay que olvidarse de los grandes planes estratégicos quinquenales que a menudo no se cumplen; ahora necesitamos una hoja de ruta coherente al estilo chino: trimestral, consistente, adaptable y ambiciosa.
En un contexto en que China y Estados Unidos están luchando por liderar el planeta a través de la tecnología y en el cual el gigante asiático está recogiendo los frutos de su ruta de la seda tecnológica, hay que acelerar nuestro propio potencial a nivel local y escala europea.
Esto pasa por un plan de innovación integral que facilite a las empresas el acceso a la tecnología, al conocimiento, a la financiación y a los mercados. Además, hay que evitar las regulaciones, los retrasos y las actuaciones burocratizadas que entorpecen el crecimiento de lo propio para facilitar el softlanding de lo ajeno.
No tiene sentido crear regulaciones sin tener presente que su implementación real es inviable, tampoco hacerlas cumplir a nuestras empresas para comprar productos de las de fuera poniendo aranceles a lo propio. El tiempo es oro porque es competitividad y no es justificable que haya proyectos empresariales que no se lleven a cabo porque están en una montaña de expedientes en la era de la IA.
Imaginemos una Cataluña donde crear una empresa sea tan sencillo como abrir una cuenta en Instagram o que el apoyo a desarrollar un proyecto empresarial sea integrado, coordinado, aumentado y eficiente desde los diferentes puntos de vista. Que las empresas tengan infraestructuras y equipos de apoyo a dudas tecnológicas, que protejamos nuestro capital intelectual y que creemos incentivos tecnológicos como en Japón y que tengamos nuevos mecanismos de inversión propios como los fondos de pensiones portugueses para potenciar nuestras empresas y tecnologías.
La respuesta está en nuestro ADN empresarial apoyado por la Administración que priorice la facilitación a la fiscalización. Tuve un mentor que siempre me decía que hay dos maneras de gestionar, el control previo propio del siglo XX o el empoderamiento del XXI; ahora ya debemos pensar en el gobierno aumentado que debe ser más competitivo que nunca y abogar por un lifting innovador.
Las herramientas existen, solo hay que priorizar menos informes y más eficiencia con blockchain y algoritmos éticos. Menos ventanillas, pero mayor servicio eficiente. Más formación a los profesionales y mayor innovación a todos los niveles. Necesitamos organizaciones 5G en un mundo que ya coquetea con el 6G.
Cataluña tiene el talento, solo falta el impulso. La elección es nuestra, si seguimos haciendo lo mismo, conseguiremos el mismo resultado; si queremos otro resultado, habrá que hacer las cosas de otra manera. Solo necesitamos una hoja de ruta de innovación 2025. Hay que recordar que el coste de oportunidad es nuestro propio bienestar.