El presidente de la Generalitat ha puesto de nuevo en el mapa la ampliación del aeropuerto. Y lo ha hecho de forma sensata. Más aeropuerto, más capacidad y con respeto al medio ambiente. No ha dado pistas de cuál es su opción, pero ha puesto en marcha la Comisión Técnica, porque mejorar las infraestructuras es compatible, debe ser compatible, con el respeto al medio ambiente.
La protección del medio ambiente no significa no tocar nada aunque esa "nada" se vaya deteriorando ante la inanición de los gobiernos independentistas de la Generalitat para no soliviantar la demagogia desfasada y trasnochada de ciertos grupos ecologistas. De hecho, éstos dicen proteger unas aves que ni siquiera existen. No lo digo yo, lo dijo en un informe del Institut Agrícola Català de Sant Isidre, Jordi Sargatal, un ornitólogo que ha sido nombrado Secretario de Transición Ecológica del Govern. Por eso, los grupos ecologistas han puesto el grito en el cielo porque a ecologista es difícil batir a Sargatal y porque es un estudioso que se basa en datos y en analizar la realidad, no en "fer volar coloms". Gran diferencia.
Sargatal depende de la consellera Silvia Paneque pero deberá trabajar codo con codo con la conselleria de Agricultura, dirigida por Oscar Ordeig, buen conocedor de los problemas de la agricultura catalana por su actividad como diputado. En el sector agrícola se está expectante en los nombramientos de la consellería, pero sobre todo se espera que archive la ampliación de la ZEPA, aprobada con nocturnidad y alevosía y que ha incendiado el campo. Desde los ayuntamientos del Baix Llobregat a la patronal agraria, Institut Agrícola, pasando por el sindicato Unió de Pagesos.
La expectación del sector pasa porque los responsables de la ampliación de la ZEPA siguen en la conselleria y "tenemos la mosca detrás de la oreja", como me decía un empresario del sector, aunque mantienen la confianza en el conseller que, de momento, está escuchando a los implicados, pero que sabe mejor que nadie que esa ampliación es reducir a cero la ampliación del aeropuerto considerada por el president Illa "una infraestructura clave y crucial para la economía catalana".
El propio president dio un margen de tres o cuatro meses para que la Comisión Técnica presente sus conclusiones. No parten de cero porque tienen buena parte del trabajo hecho y el conseller Ordeig tiene margen de maniobra para hacer cambios en el equipo heredado en su Conselleria y enviar a la papelera de la historia una ZEPA que condena a la extinción a la agricultura de proximidad de Barcelona.
El modelo a seguir para mejorar una infraestructura y proteger el medio ambiente, y restaurarlo, es el del puerto de Roterdam, Holanda. Lo que ayer era un estercolero hoy es una infraestructura moderna, motor de la economía que recuperó un entorno ambiental que había dejado de existir hacía décadas. Eso sí, el trabajo fue exhaustivo y se escuchó a los técnicos no a los urbanitas que consideran que el medio ambiente es no tocar una laguna en estado lamentable como La Ricarda que, por sí misma, ahuyenta a los pájaros.
Cataluña necesita un nuevo aeropuerto y no nos podemos permitir el lujo de perder más oportunidades. Que el president haya dado este paso es importante porque después de desperdiciar más de una década sin tomar decisiones, de dilapidar alegremente 1.700 millones de inversión y defenestrar una oportunidad industrial de primer orden, se agradece que alguien piense y actúe. Se agradece que alguien gobierne y se la juegue, porque gobernar es tomar decisiones y ser criticado. Los consellers también son parte de la orquesta y deben seguir los movimientos del director.