En Madrid se ha puesto en marcha el laboratorio de ideas. Como siempre, se ha marcado, en primer lugar, la conclusión a la que se tiene que llegar: Cataluña está más que bien financiada. Hay dos argumentos que sostienen esta tesis: que la inversión por habitante está por encima de la media (1,7% por encima de la media nacional, un 2,1% por encima de Madrid); y que Cataluña es la comunidad autónoma que tiene la factura más alta en pensiones. Así, se construye la conclusión de “lo bien tratada que está Cataluña”. Si la cosa se pone fea se tira del comodín del público: "el problema es que el Gobierno catalán ha gestionado fatal los recursos". Y un apoyo efectivo: la defensa a ultranza de la igualdad entre los españoles.
Una igualdad que es baladí. Cataluña es la última comunidad en ejecución de la inversión pública en 2023. Solo el 45% del total, muy por debajo de Castilla-La Mancha, por ejemplo, donde su presidente se ha levantado contra el nuevo sistema de financiación. Es lógico que así lo haga Emiliano García Page porque se le acaba el chollo y no aceptará que le quiten la cartera. Otra cosa a favor de la unidad. Ironía, se entiende. El peso de los salarios públicos en Cataluña es del 12,9%, mientras que las que se llevan el gato al agua en la financiación, su estructura es infinitamente mayor: Extremadura con el 40,5%, Castilla-La Mancha con el 31,7%, Andalucía con el 29% e incluso Madrid con un 17,5%. Y la guinda de la igualdad: Cataluña aportó 2.168 millones de euros más de los que recibió.
Vamos por las pensiones. En Cataluña se pagan 1.778 millones de euros en pensiones. Es el mayor gasto de España, pero la pensión media no es la más alta ni de largo. El número de pensionistas viene motivado del importante peso de la industria catalana con gran mano de obra. Ahora la media catalana es de 1.304 euros por jubilado, menos que los vascos con 1.551, Madrid 1.458, Navarra 1.438, Aragón 1.328, Cantabria 1.325, Asturias 1.465 o las ínsulas Baratarías de Valladolid con 1.377 o Guadalajara 1.328. Se paga en números absolutos más que en el resto de España y esto implica que también, durante años, Cataluña fue la que más aportó a la caja común. Decir que ahora las pensiones se pagan con impuestos que son de todos, es tanto como decir que durante años las pensiones se pagaron gracias a Cataluña.
Los datos no importan, lo que importa es llegar a la conclusión de que los catalanes son unos aprovechados. Que pagan poco y que quieren cobrar más con la complicidad de un gobierno que vende España, que rompe España y que legaliza la Cataluña que nos roba. Estas majaderías están cogiendo fuerza y lo que te rondaré morena, porque será el acicate contra el PSOE alimentado de catalanofobia, para mantener la sagrada unidad de los españoles y para eternizar un modelo de financiación que lacera a Cataluña durante años. A dos mil millones de euros por año hagan ustedes las cuentas. Con lo perdido en los últimos diez años, seguro que cualquier gobierno, del color que fuera, pondría orden en servicios sociales, sanitarios y educativos.
Pero, en la España española no están dispuestos ni siquiera a plantearse un cambio de paradigma que no castigue siempre a los mismos. Lo peor es que desde el PSOE tampoco. No se dan cuenta de que la cosa, además de ir de izquierdas o de derechas, la cosa primordial es el modelo de Estado. Algunos en el PSOE no se han enterado de que la Agencia Tributaria Catalana es Constitucional. Fue de lo poco que quedó después de ser cercenado primero por Luis María López Guerra y luego por el propio tribunal. Y lo peor es que quedarse como están les viene como anillo al dedo porque tapa sus vergüenzas, de las cosas que no hacen para ser más dinámicos y que no hacen porque la recaudación ya les viene por otro lado. Por ejemplo, ha buscado Asturias nuevos modelos de crecimiento al cerrarse sus minas o ya le va bien pagar las pensiones más altas de España a los trabajadores que lo fueron del sector más subvencionado de todo el país. Ufff si los mineros hubieran sido catalanes...
El modelo pactado entre ERC y PSC será complejo de aplicar, pero marca un nuevo camino en el que la solidaridad deje de llamarse la sopa boba. Donde la igualdad no sea a costa de la desigualdad de algunos y donde la justicia social no deje de lado la justicia económica, porque sin economía no hay progreso y no hay recaudación. Esperar a que paguen otros, no es ético, señores.