La presentación de resultados semestrales de Banc Sabadell ha reavivado el debate acerca de la inaudita OPA de BBVA. Así, nuevamente hemos leído acerca del riesgo que conllevaría la fusión para el crédito a la pyme o para la competencia en un mercado financiero con tintes ya oligopolísticos, por no hablar del golpe que representaría para el poder económico catalán la disolución del banco vallesano en el grupo BBVA.

Sin embargo, tendemos a obviar una de sus consecuencias más graves: el despido, más o menos bien revestido, de miles de empleados. Uno de los principales objetivos de la OPA, junto a equilibrar los riesgos globales de un BBVA con excesiva presencia en países de riesgo elevado, es la mejora de la rentabilidad vía cierre de sucursales y reducción de personal. Nada nuevo que no suceda en todo episodio de concentración bancaria.

Pero, a diferencia de otros procesos de fusión, estos despidos vendrían a coincidir en el tiempo con una coyuntura en que la banca, ganando más dinero que nunca, reparte dividendos de manera extraordinaria. Acostumbrados, como estamos, a poner el dividendo por delante de todo, a muchos puede sorprender el dar tanta importancia a una más de tantas reducciones de personal, a la que se apuntarán voluntariamente muchos empleados.

En sí mismo, es muy preocupante que los empleados prefieran ser despedidos en buenas condiciones; no es que se hayan vuelto gandules, es que han perdido la esperanza de recuperar la decencia perdida en el empleo y, convencidos de que todo irá a peor, mejor largarse lo antes posible llevándose lo que puedan.

Todo ello es un golpe a la moral del buen capitalismo, una contribución a su descrédito y un excelente alimento para los radicalismos políticos que emergen por todo el mundo occidental. Lo más curioso del caso es que quienes defienden estas operaciones, con el consecuente coste para el empleo, sitúan todos nuestros males en la incapacidad de la política y se muestran alarmados ante el auge de los populismos. Cuando es su manera de entender la economía lo que subyace tras dichos populismos. Prefieren ni pensarlo. Lo suyo es el dividendo.