Vivimos en un mundo con tantísima información, tan rápida y casi siempre superficial, que estamos intoxicados. Nos cuesta distinguir entre lo que es verdad y lo que no y las teorías conspiratorias se extienden con mayor velocidad. Sin duda la tecnología hace que las imágenes falsas se mezclen con las verdaderas y la pandemia ha ayudado, y mucho, a creer que detrás de todo hay un plan, y de vez en cuando pasan cosas… que parecen responder a un plan. Cada vez es más complicado discernir entra la realidad y la ficción.

Si el cambio de opinión del presidente Zapatero respecto a la profundidad y severidad de la crisis de 2010 parece probado que se dio por llamadas desde Bruselas y la Casa Blanca, la pregunta que todos nos hacemos es quién ha sido capaz de convencer a Biden, y cómo, para que haya dado marcha atrás en su candidatura a la reelección como, supuestamente, el hombre más poderoso de la tierra. De negarse a marchar a proponer a su vicepresidenta para que el dinero de las donaciones, fundamental en las campañas presidenciales estadounidenses, no se escape en solo un fin de semana.

Desde luego los acontecimientos dan para una serie en cualquiera de las plataformas de moda, y con muchos capítulos. ¿Por qué se realizó un debate entre precandidatos tan temprano cuando nunca ha sucedido y, además, en una televisión prodemócrata? ¿Fue una trampa preparada por su propio partido? Los errores en la seguridad de Trump que casi le cuestan la vida ¿son solo errores? El contagio de Covid de Biden que lo ha retirado oportunamente de la vida pública, pero rodeado de personas sin mascarilla, ¿es casualidad? 

Los guionistas de El ala oeste de la Casa Blanca o de House of Cards no hubiesen preparado una trama tan apasionante y compleja. Pero la pregunta que cabe hacerse es quién es el guionista, quién está detrás de todos estos giros de guion tan apasionantes como inquietantes o es simplemente el resultado de cientos de chimpancés aporreando las máquinas de escribir del destino. En Cataluña acabamos de conocer el tristísimo episodio de unos maquiavelos de pacotilla respecto a su propio candidato a las elecciones municipales y la enfermedad de su hermano. Estoy convencido de que no había un gran plan, solo unos acelerados que pensaron que todo valía. A lo mejor en Estados Unidos también las cosas pasan sin un plan, pero parece que lo hay.

Recientemente uno de los mejores guionistas de series, Sorkin, ha “propuesto” que el partido demócrata plantee a Mitt Romney como candidato, un republicano moderado anti-Trump. No pasará, pero sería un auténtico plot twist, de esos que te dejan enganchados pidiendo más capítulos. Está por ver si Kamala Harris será la candidata demócrata, y con quién. Y cómo quedará frente a Trump. Lo “normal” es que gane Trump, pero cada vez pasan menos cosas “normales”.

Dando por buena la elección de Trump tendremos por delante una Europa más indefensa, pues el hermano americano querrá proteger su flanco occidental, el Pacífico. Ucrania ya se puede despedir de ayudas, y de Crimea, e Israel definirá, juntamente con los países ricos del golfo, un nuevo equilibrio. Con Trump podemos tener una sensación de mayor seguridad porque es cierto que con él no se empezó ninguna guerra, pero está por ver cómo actuarán Rusia y, sobre todo, China, el gran interrogante sobre el tablero internacional.

Nuestro problema fundamental es que vivimos demasiado bien y lo normal es que empeoremos. Nuestra generación no había sufrido una pandemia, ya la hemos sufrido, y hemos tenido pocas guerras y, sobre todo, localizadas y, en general, lejos de nosotros. Ucrania nos ha despertado, pero no tiene que ser, ni mucho menos, lo peor que veamos en los próximos años.

Probablemente Trump sea algo más predecible que la candidata, o candidato, demócrata, pero la pregunta es si hay alguien detrás. Detrás de Trump no parece, porque es un poco antisistema y le ha costado, y mucho, convencer a su partido. Detrás de los demócratas, además de los santones del partido (los Obama, los Clinton, Pelosi…) hay intereses, muchos intereses. En nuestra cabeza provinciana no nos caben las cifras que manejan los norteamericanos, pero ambos candidatos ya superan, cada uno, los 500 millones recaudados y al ritmo que van podrían llegar a los 1.000. El PSOE, el mayor partido y en la actualidad con mayores cuotas de poder y, por tanto, de subvención, tiene un presupuesto de 45 millones. Los americanos juegan, definitivamente, en otra liga de la que nosotros somos simples peones.