Estaba claro que no hay Ley de Amnistía que valga para la maquinaria judicial. Si Ignacio Cosidó -exministro del Interior- dijo que el PP controlaría la Sala de lo Penal por la puerta de atrás; Llarena, Marchena y compañía -iba a poner secuaces, pero no quiero que me pongan una cruz en la lista negra- lo van a hacer a las claras, sin medias tintas, y van a continuar su cruzada contra los líderes del procés.

No quieren entender que la amnistía no es un perdón por los hechos del pasado, sino que es una apuesta por la convivencia para el futuro. El independentismo catalán está cabreado, desmovilizado, triste, fracasado y todos los adjetivos que quieran poner, pero está vivo, sigue existiendo. Conviene, por tanto, dar una salida pensando en el futuro y la amnistía es la herramienta que lo puede conseguir, poniendo el contador a cero sí, pero también es el reconocimiento de que su forma de hacer fracasó.

Pero, Llarena, Marchena y su cohorte de acólitos, medios de comunicación, grupos de poder y partidos políticos, siguen adelante con su cruzada, que conviene recordar mordió el polvo cada vez que intentó pasar los Pirineos. Ahora, se refugian en el argumento de que la malversación de caudales públicos siempre es en beneficio propio. Les importa un comino lo que diga la ley y se limitan a retorcer los argumentos. Solo les importa decir a los cuatro vientos que ellos están en posesión de la verdad y punto. El resto del mundo se equivoca y no les faltarán palmeros.

Se han erigido la Banda de los Siete del Supremo en los interpretadores de la ley, cuando ellos simplemente tienen que acatarla y aplicarla. Si no tienen claro algún punto, siempre quedan el Constitucional y el Tribunal Superior de la Unión Europea. El Constitucional tiene una mayoría progresista ajustada, muy ajustada. En los tiempos del Estatut, también la tenía, pero los jueces partidarios del Estatut eran recusados o eliminados con grotescos argumentos. Con este criterio, el Estatut que respetó todos los procedimientos constitucionales fue destruido. Y de aquellos polvos estos lodos.

Ahora, los jueces de la banda ya no cuestionan la constitucionalidad de la norma y así evitan al Constitucional y tampoco tienen pensadas cuestiones prejudiciales ante los tribunales de la Unión, no vaya a ser que los vuelvan a dejar en evidencia. Se erigen en los adalides de la patria, como si la patria fuera una finca de su propiedad, y les importa muy poco que Cataluña alcance la normalidad que necesita para seguir creciendo y superar una década para olvidar.

Controlan la situación y deberá pasar como mínimo un año para que el Constitucional pueda actuar. Y en este año pueden pasar muchas cosas, incluida la caída del ejecutivo, el premio que esta conjunción astral de medios de comunicación, políticos y jueces ansía con pasión. No es casual que Núñez Feijóo diga ahora que no se fía del Constitucional, pero no se engañen, lo dice porque no quiere chafar la estrategia de la Banda de los Siete. Llevar al Constitucional la Ley de Amnistía abriría la puerta a que el TC enmendara la plana a los jueces del Supremo.

Pero, mira por dónde. La decisión de Llarena, Marchena y su tropa va a hacer a Illa president de la Generalitat. Carles Puigdemont no pisará España para no ser detenido. Pensar que vuelve para ir a la cárcel solo lo piensan sus más hiperventilados. Lo siento, pero ha mentido tantas veces que no me lo creo porque la valentía no está entre sus virtudes. Con lo cual, no vendrá y no presentará su candidatura a la investidura. Solo podrá hacerlo Salvador Illa que se está currando un acuerdo con ERC. Y aquí está la clave.

Oriol Junqueras sigue inhabilitado y los que lo querían presentar -Marta Rovira la primera- en caso de repetición electoral para que se estrellara y así quitárselo del medio no van a poder hacerlo. El que sí podría presentarse es Puigdemont, lo peor que les podría pasar a los de ERC.

Y si Junqueras no se presenta, las perspectivas de ERC se ponen por debajo del desastre de 2010. Los republicanos necesitan reorganizarse en su congreso de noviembre y para que esta reorganización no sea susto o muerte, mejor no repetir elecciones y llegar a un acuerdo de mínimos con el PSC para políticas de izquierda y coger fuerzas. Siempre hay que estar pendiente del gen suicida de ERC, pero la tropa del Supremo les ha dado el antídoto contra las barbaridades. Sin Pedro Sánchez en Moncloa todo puede ir a peor. Con quién se va a negociar el qué. Esto también lo sabe Puigdemont, que ve como "la toga nostra" le ha puesto kilómetros de por medio a su vuelta.

Sin un gobierno progresista en España también para él todo irá a peor. Casi estoy por dar las gracias a Llarena y Marchena. El día que Illa sea investido deberían estar en un lugar destacado. Aunque, eso sí, siempre está en la gatera una repetición electoral con Junqueras y Puigdemont cogidos de la mano como en París. ¿Es posible este acuerdo? Hasta antes del auto del Supremo no. Ahora todo está en el aire. Una lista única sería un bálsamo para ERC, pero Puigdemont ¿está dispuesto a darles árnica?