Marta Rovira se ha desatado. No le importa ser la pagafantas de Puigdemont si con ello se encumbra como la más independentista de los independentistas. Y si ha de enterrar el alma de izquierdas de ERC se entierra. Ya lo hizo en 2017 cuando se rasgaba las vestiduras en el Palau de la Generalitat y fueron famosos sus gritos y exabruptos. Algunos de su propio partido afirman que “tiene un liderazgo muy masculino”. “Le gusta dirigir sin consensuar, busca la confrontación y con ella son habituales los enfrentamientos y las salidas de tono”. Un ejemplo, el incendiario comunicado de ERC de Lleida, de la capital del Segrià contra un posible acuerdo con el PSC. En esta provincia, los de la capital están a la greña con los de la comarcal y, por si fuera poco, con la territorial. O la asamblea de Barcelona donde el estilo tosco y barriobajero se hizo realidad. Esta es su forma de gestionar el partido como secretaria general. Eso sí, desde Suiza con su vida personal encarrilada. 

En los últimos días, ha sacado a la luz su cara más tenebrosa con mentiras y engaños. El domingo a las ocho y media de la mañana engañó sin titubeos a su ejecutiva y les ocultó que se había reunido con Puigdemont en Ginebra y que había enviado a Josep María Jové a negociar con la CUP un presidente, independentista off course, para el Parlament. Josep Rull fue el agraciado. Mintió tan bien y ocultó la información de forma alevosa que Laura Vilagrà se creyó que ella era la ungida para ser presidenta de la cámara que estuvo todo el domingo preparando un discurso que fue nonato. El PSC supo de esta ejecutiva y también fue engañado. Illa no anunció el candidato del PSC a la presidencia porque daba por hecho el acuerdo. No fue así y Silvia Paneque salió al ring cuando el estupor ya reinaba en las filas socialistas. 

El lunes los parlamentarios republicanos se enteraron del acuerdo. La ejecutiva no tuvo tanta suerte y se quedaron bajo la luz de gas. La mentira de la pagafantas empezó mucho antes. En la ejecutiva de ERC tras las elecciones pidió una “renovación de liderazgos” tras el fracaso. Pere Aragonés dimitió como Oriol Junqueras, aunque el carismático líder de los republicanos intentará ganar el congreso de noviembre. Rovira afirmó que no se presentaría como secretaria general, pero nada dijo de no presentarse a presidenta y fue la única que no dejó el cargo. Sigue siendo la que manda. 

Fue su primer engaño. Se reunió con Puigdemont sin decir una palabra y ambos apuestan por una repetición electoral y urgen a Josep Rull a que vaya rapidito. Rull pasará a la historia por ser el primer president del Parlament que juega a una repetición electoral, y cuánto antes, en lugar de apostar porque salga un gobierno. Y será Rull “el breve”. Rovira quiere conseguir su propio tres en raya de aquí a noviembre. Primero, ser presidenta del partido; segundo, como pagafantas de Puigdemont refugiar a ERC bajo su liderazgo y evitar el “gran batacazo”; y, tercero, sacar de la ecuación a Junqueras, del Parlament y del Partido. 

Para lograrlo el primer movimiento es dejar KO a Illa. Fue tan burdo el movimiento de proponerlo a la investidura que descubrieron sus cartas. El líder socialista no se prestará a quemarse a lo bonzo y mantendrá viva su candidatura hasta el final, pero no será el tonto útil para justificar una repetición electoral que solo tiene un culpable: Marta Rovira. Por cierto, estaría bien que Rull justificara sus prisas para que corra el reloj sin presentar ni un solo candidato. 

Puigdemont se regodea. ERC fue a ser sumisa a sus intereses, en Junts nadie respira sin su permiso, y podrá presentarse como líder del independentismo patrio en una nueva repetición electoral. Otra cosa es que los jueces le apliquen la amnistía. Nuestro país, mientras, sigue sin gobierno aunque eso no es noticia porque lleva doce años a la deriva y volverá a las urnas, otra vez, solo porque el independentismo recurre a los tramposos y a los pagafantas para ocultar su periplo descendente. Y para que todo esto ocurra, el comodín de los Comunes que han apostado por ser irrelevantes. Fueron culpables de la repetición electoral, con el inestimable apoyo de Aragonés y Rovira que tampoco consultaron con la ejecutiva de ERC el adelanto electoral, y ahora culpables de que Rull sea president. Que se lo hagan mirar porque irán de victoria en victoria hasta la derrota final, y sin líder, porque Ada Colau sigue desaparecida. Sin duda, otra pagafantas.