La batalla para controlar la Mesa del Parlament ha empezado, o eso parece. La CUP y Junts han tenido mucho interés por destapar un “acuerdo” para constituir una "Mesa Antirrepresiva" porque en medio de las europeas deben pensar que es bueno para espolear su escuálida cohorte de votantes. ERC ha reconocido los contactos, aunque se han apresurado a decir dos cosas. Una, este acuerdo no existe y sólo es un enunciado; y, dos, que si al final se culmina, esto no tiene nada que ver con sus apoyos en una investidura. A saber cómo quedará la Mesa, pero este movimiento abre el camino a una repetición electoral.
Gaziel siempre decía que “el nacionalismo catalán cuando tiene que tomar una decisión importante siempre se equivoca”. Es el gen suicida que en ERC está arraigado. Podríamos ampliarlo a los Comunes, que van de mal en peor. Si apoyan esta Mesa independentista firmarán su propia sentencia, pero mientras sigan la máxima de Colau “o yo o el caos” están a punto de dar un nuevo paso adelante frente al precipicio.
Controlar la Mesa es importante porque el presidente decide quién se presenta a la investidura. No sabemos lo que pasará, pero una mayoría alternativa es posible con PSC, Comunes y PP. Veremos. No se tomará una decisión final hasta el día 10, justo tras las europeas. Y ahí vendrá la primera reflexión. Las casas de encuestas apuntan a una alta abstención, más acusada en Cataluña, lo que pondrá los focos en los resultados de Junts y ERC. A Junts le dan uno y a ERC tres, con el apoyo del colchón de Bildu y BNG, pero con la incógnita de su aportación a la candidatura Ahora Repúblicas.
Después de la Mesa, la decisión crucial. ERC, muy dada a equivocarse, tendrá siempre la última palabra. Una equivocación que no es imposible, porque han dado los líderes republicanos la palabra a su militancia en aras de quitarse las pulgas de encima en cuanto a la decisión final de a quién apoyar. En este escenario emerge la figura de Oriol Junqueras.
Es independentista. En algunos momentos casi un telepredicador, pero es el único que tiene mili para liderar un partido en horas bajas y el único consciente de que ir a una repetición electoral es suicida. Cierto que la Ley de Amnistía estará aprobada, pero no tiene certificado que los jueces no le hagan la cama y le impidan presentarse. Por eso, no descarten escenarios que le permitan ganar tiempo.
Primero: apoyar la candidatura de Junts para que fracase y argumentar aquello de que “por nosotros no ha sido”. Con una investidura fallida, se abrirían más fácil a dar apoyo a Salvador Illa, y Junqueras conseguiría el apoyo de los suyos pensando en el congreso de noviembre. Si analizamos bien la actual estructura dirigente de ERC, sólo Junqueras es un candidato sólido y con capacidad para configurar una ejecutiva de integración de diferentes sectores, aunque algunos se conviertan para el “junquerismo” en un trágala.
No es el único escenario. Puigdemont podrá votar, porque la Mesa de edad le dará patente de corso, pero si el independentismo no controla la Mesa, no está claro que pueda presentarse a la investidura si no está presente. Y menos votar en el pleno. Es lo que tiene la Ley de Amnistía, y por lo visto, Puigdemont no tiene intención de venir. Ha amagado un sinfín de veces, pero siempre es una cortina de humo. Por eso, algunos mal pensados no descartan la presentación de un testaferro como Josep Rull. O sea, volveríamos a más de lo mismo, al esoterismo audaz que ha llevado al independentismo a la bancarrota.
Creo que sólo Junqueras puede gobernar el barco de ERC en estas aguas turbulentas. Una repetición electoral podría ser letal para los republicanos, pero la militancia de ERC tiene todos sus caminos inescrutables y es muy dada a meter la pata.
El Govern de Aragonès fracasó, y el candidato fracasó en las elecciones. Su principal error, no tomar decisiones. El segundo, no escuchar. Junqueras lo ha hecho durante este tiempo en el que fue denostado por el nucleo duro del president. Estuvo cuatro años en prisión y seis inhabilitado. Se ha pateado el territorio y se ha reunido con todo aquel que le ha querido oír. Incluso ha solucionado, con discreción, algún desaguisado del Govern y ha aguantado los desplantes.
Los momentos que se avecinan son de difícil gestión y digestión. Un mal resultado en las europeas, más que probable, debería hacer recapacitar a Junts y a ERC. En Junts no reflexionarán porque se rendirán a las pretensiones de Puigdemont, en ERC pueden hacerlo si alguien sujeta las riendas del caballo desbocado. Porque bloquear la presidencia de Illa y hacer jaque mate a Sánchez puede ser un sueño onírico pero está lleno de pesadillas, entre ellas, un adelanto electoral. Quizás se imponga la sensatez al grito de “cuidado con lo que deseas”.