El 21 de diciembre de 2022, el Senado aprobó la creación de un impuesto transitorio a la banca. Su vigencia inicial comprendía los años 2022 y 2023 y afectaba únicamente a las entidades financieras de mayor tamaño. Para el Ejecutivo, las anteriores eran las que en 2019 lograron unos ingresos netos por intereses y comisiones superiores a 800 millones de euros.
Los principales motivos fueron la obtención de beneficios extraordinarios por parte de los bancos, derivados del cambio de orientación de la política monetaria del BCE, y la conveniencia de redistribuir rentas entre los sectores favorecidos (empresas energéticas y entidades financieras) y perjudicados (hogares, transportistas, etcétera) por la elevada inflación.
Dicho tributo tiene un tipo impositivo del 4,8%. No obstante, no grava los beneficios de la banca, sino los ingresos netos procedentes de intereses y comisiones. Una argucia cuyo objetivo es impedir que las entidades financieras escondan una sustancial parte de las ganancias obtenidas en 2022 y 2023 y las afloren en los siguientes ejercicios, cuando el impuesto haya desaparecido. Una actuación legal y sumamente fácil, pues durante ambos años sus directivos únicamente deberían aumentar en gran medida el importe destinado a provisiones
En las siguientes líneas, me propongo analizar si el anterior impuesto constituye una discriminación hacia la banca o está justificado por la cuantía de los beneficios obtenidos y la manera de conseguirlos. En otras palabras, si en el último ejercicio una sustancial parte de los beneficios logrados por las principales entidades son el resultado de una magnífica gestión de los banqueros o han sido generados por una propicia coyuntura económica y financiera.
En 2023, los seis grandes bancos españoles (Caixabank, Santander, BBVA, Sabadell, Bankinter y Unicaja) ganaron 11.728 millones en nuestro país. Los cinco primeros obtuvieron un beneficio récord. No obstante, el resultado logrado fue el 31,8% inferior al de 2007 (17.179 millones), si consideramos las ganancias obtenidas en dicho ejercicio por todas las entidades financieras integradas en ellos durante los últimos 16 años.
Desde mi perspectiva, la comparación entre 2023 y 2007 es inadecuada. En el primer año, los bancos fueron prudentes y, para evitar un aumento de la morosidad que no se produjo, disminuyeron el importe del crédito concedido a hogares y empresas residentes en España. En el segundo, a pesar del aumento del tipo de interés del BCE, la mayoría de las entidades olvidó la aconsejable prudencia bancaria e incurrió en múltiples riesgos innecesarios.
En cambio, con 2022, sí es procedente el contraste. En relación con dicho año, los beneficios de los cinco primeros bancos aumentaron en 3.971 millones de euros (un 53%) y lo habrían hecho en 5.461 millones (el 72,9%) si no hubiera existido el impuesto transitorio. En 2023, dicho tributo ha supuesto una merma de beneficios de 1.490 millones, un importe equivalente al 13% de los beneficios logrados y al 27,2% de los obtenidos, una vez considerados el resto de tributos.
Desde mi perspectiva, las principales partidas de la cuenta de resultados de la banca son el margen de intereses, los ingresos netos por comisiones, los gastos de personal y las provisiones. De las cuatro rúbricas, la primera es la que explica en una elevada medida el gran incremento de los beneficios obtenidos por los cinco primeros bancos españoles.
En primer lugar, porque suele ser el principal epígrafe del margen bruto, siendo el último la variable que normalmente determina la fortaleza o debilidad del negocio de la entidad. En segundo, debido a su gran crecimiento en 2023 (un 44%). Un incremento espectacular, especialmente por ir acompañado de un descenso de 38.208 millones (el 3,1%) del stock de crédito otorgado a familias y empresas residentes en España.
El margen de intereses es el resultado de la diferencia entre dos distintos tipos de ingresos: los intereses percibidos y los abonados. Los primeros provienen principalmente del crédito otorgado y los títulos de deuda de la cartera de la entidad. Los segundos proceden de la remuneración de los depósitos.
La anterior partida aumenta cuando lo hace el margen de clientes y el saldo vivo del crédito. No obstante, en esta ocasión, el último ha disminuido ligeramente. La primera variable es esencialmente la diferencia entre el rendimiento de los créditos concedidos y el coste de los depósitos. La segunda se obtiene al restar el importe de las amortizaciones del de los nuevos préstamos otorgados.
El margen de clientes aumenta en una elevada medida cuando el banco central incrementa significativamente su tipo de interés principal, las entidades poseen un gran volumen de préstamos referenciados al euríbor y existe una escasa competencia por captar depósitos. En el pasado año, las tres condiciones se cumplieron y fueron decisivas para explicar el elevado incremento del margen de intereses (un 44%) obtenido en nuestro país por los cinco mayores bancos españoles.
Entre julio de 2022 y septiembre de 2023, el BCE aumentó su tipo principal de interés desde un 0% al 4,5%. Desde la creación del euro, constituyó el mayor incremento observado en 15 meses y la principal fuente de crecimiento de los ingresos de los bancos durante el pasado ejercicio. A los banqueros españoles, les cayó el Gordo de Navidad y la pedrea.
Así, por ejemplo, en el último año, Bankinter consiguió aumentar el rendimiento del crédito concedido desde el 2,15% al 3,89%. En cambio, el coste de los recursos solo lo hizo desde el 0,10% a un 0,89%, debido al elevado volumen de depósitos que tenían los bancos y a la inacción de la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia. El resultado fue un gran incremento del margen de clientes, pues en un ejercicio este pasó desde 2,05 a 3 puntos.
En 2023, los cinco principales bancos disminuyeron sus ingresos netos por comisiones en un 5%. En primer lugar, porque redujeron las condiciones que debe cumplir un cliente para tener una elevada vinculación con la entidad. Por tanto, exoneraron a un mayor número del pago de diversos dispendios. Indudablemente, una consecuencia de la conocida como la “batalla de las nóminas”.
En segundo, porque no lograron un desplazamiento masivo de depósitos a fondos de inversión, a pesar de que los de carácter monetario ofrecían una mayor rentabilidad que las imposiciones a plazo. Por eso, en 2023, el saldo de la primera variable siguió aumentando, aunque lo hizo bastante menos que hace dos años. En el último ejercicio, en 78 millones; en cambio, en 2022 el incremento fue de 16.157 millones.
Los gastos de personal no tuvieron una gran influencia, pues los cinco principales bancos del país ni cerraron masivamente oficinas ni efectuaron ningún ERE. Las provisiones tampoco, pues la morosidad no varió respecto a 2022 y se quedó en el 3,54%. Sin duda, un magnífico dato, dada el elevado aumento del tipo de interés del BCE durante el último año (del 2,5% al 4,5%).
La combinación de una reducción del stock de crédito y el mantenimiento de la tasa de morosidad permitía a los bancos disminuir las provisiones efectuadas. No obstante, unos lo hicieron y otros no. Los primeros pretendieron dar un impulso a sus beneficios para conseguir un mayor incremento del precio de sus acciones. Los segundos buscaron guardar ganancias para el futuro y aumentar la ratio de cobertura de sus créditos dudosos.
En definitiva, por su negocio en nuestro país, en 2023 los cinco principales bancos españoles ganaron el 53% más que hace dos años. A ellos, la inflación les benefició muchísimo, pues provocó el mayor aumento en 15 meses del tipo de interés de referencia del BCE (del 0% al 4,5%). Un incremento que perjudicó a la mayor parte de los hogares y las empresas.
El elevado incremento de beneficios se sustentó en un crecimiento del 44% de su margen de intereses. Un aumento basado en incorporar de forma más rápida y en mayor medida el aumento de los tipos de interés del BCE al coste de los préstamos que a la remuneración de los depósitos. Debido a la escasa competencia entre entidades, en diciembre de 2023 las imposiciones a plazo fijo de un año de las familias solo rentaban el 1,9%, un importe sustancialmente menor a la media de la zona euro.
En conclusión, los elevados beneficios no han sido consecuencia de una magnífica gestión de los directivos de las entidades financieras. En cambio, sí de una inflación que ha sido muy positiva para ellas y negativa para una gran parte de los españoles. Por tanto, me parece una excelente idea el establecimiento de un impuesto extraordinario que en 2022 y 2023 grave los ingresos netos por intereses y comisiones de los bancos. La suerte hay que compartirla, especialmente con los que han tenido desgracia.