El jueves salí vivo de la tertulia en Más de uno de Carlos Alsina en Onda Cero. Seis analistas y solo uno a favor de la amnistía. Un servidor. Llegué a la conclusión de que era un mal español y un mal catalán a tenor del ataque por tierra, mar y aire que tuve que sufrir de mis compañeros y compañeras.

No soy independentista y en los años negros di la cara frente al independentismo y la espiral del silencio que querían imponer a aquellos que no comulgábamos con ruedas de molino. Estábamos en pleno pulso político, en pleno enfrentamiento y la situación requería de no dar un paso atrás, aunque algunos movimientos de nuestro Gobierno de entonces eran para ponerse a llorar. Pero hoy, seis años después, con un nacionalismo irredento catalán a la baja, la actitud derrotista del nacionalismo español, ese que impera en Madrid DF, que apela a mantener viva la confrontación y agitar la ruptura es inconcebible. En un mundo completamente agrietado con más temores que certezas, alentar la incertidumbre en casa propia es irresponsable.

“No debemos tener miedo a equivocarnos. Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas”. No lo digo yo, lo dijo Charles Chaplin. Creo firmemente que con la amnistía veremos más estrellas y saldremos del agujero negro. Dos ejemplos. A las manifestaciones independentistas y las contrarias de 2017 acudieron más de dos millones de personas. En 2023, apenas 150.000 entre ambos grupos. En 2017, el independentismo ganó las elecciones. En 2023 han perdido las municipales y las generales, de forma estrepitosa, por cierto.

Si seguimos por la senda del “reencuentro total” que en 2021 solo defendíamos Iván Redondo y yo mismo en la ronda de presentación de Moncloa. Iván Redondo, la política o el arte de lo que no se ve, la situación política catalana puede cambiar de forma inexorable porque se despojará al independentismo de su bien más preciado: el victimismo.

Es cierto que el debate genera pasiones. Algunas muy bajas, pero están en el guion. Siempre hay gente que ve el vaso medio vacío. Otros, medio lleno. O como representaba de forma genial el viejo TBO siempre hay gente como Don Pésimo y otra como Don Óptimo.

Unos hablan de impunidad y de rendición; otros, de reencuentro y benevolencia para garantizar un futuro mejor a las nuevas generaciones. Unos, de España se rompe; otros, por perdonar los efectos y no las causas. Unos, de apostar por la confrontación y la rendición de los independentistas sin decir ni cómo ni cuándo; otros, del punto final a las veleidades separatistas. Unos, de demolición del Estado de derecho; otros, de derrota independentista. Unos, de intereses inexplicables por conseguir la investidura; otros por el interés de España y de los españoles y también de los catalanes que, a pesar del rancio nacionalismo español, seguimos siendo españoles mal que les pese. Ya ven, Don Pésimo y Don Óptimo.

Los que piensan que España es uniforme y de su propiedad, que piden repetición electoral a ver si desalojan a los okupas de la Moncloa, y los que piensan que España es plural y transversal como manifestaron los resultados electorales del 23J. Que es un proyecto común de diferentes y si los diferentes no se ven incluidos en esta España, España no será ni proyecto. España es una suma de tres. La de derechas, la de izquierdas y la periférica. En la calle Génova ni se han enterado. Por eso titulo así este artículo. ¿Amnistía? Sí, gracias. No es un punto final, es un punto y seguido que abre una nueva época. Bienvenido sea el futuro. Adiós al pasado.