El mundo asiste al enfrentamiento bipolar de una China decidida a disputarle a EEUU el liderazgo de la inevitable globalización. Una globalización que para ser justa y equitativa necesita instituciones representativas, todavía inexistentes, capaces de controlar a los poderes económicos, propiciar identidades múltiples y sociedades abiertas e incluyentes que garanticen la igualdad de oportunidades.
Ha sido el gigante chino el primero en intentar liderar la globalización a través del desarrollo de potentes infraestructuras, para ello se dispone a construir una ruta comercial entre el Atlántico europeo y el Pacífico asiático, el gran proyecto de la línea ferroviaria Europa-China, la "ruta de la seda". China ha dispuesto de un fondo de 40.000 millones de dólares para invertir en infraestructuras a lo largo de esta "nueva ruta de la seda", eje vertebrador de una nueva ruta comercial ferroviaria que conectaría los principales países europeos a través de Polonia y Rusia con los principales polos industriales y comerciales del gigante asiático.
La invasión rusa y la ocupación de territorio ucraniano pueden suponer la paralización de este proyecto basado en potenciar la hegemonía del gigante asiático. De la reunión del G-20, celebrada recientemente en Nueva Deli, marcada por el pulso entre las potencias occidentales por un lado y China, Rusia y sus socios por el otro, surge la propuesta de un nuevo proyecto infraestructural impulsado por EEUU y la UE que pretende crear nuevas conexiones --de transportes, energéticas y digitales-- entre la India, Oriente Próximo y Europa. La nueva ruta podría reducir un 40% los tiempos del comercio entre India y Europa. Este corredor supone una clara alternativa a la “ruta de la seda”.
Significativamente, algunos de los países protagonistas de los movimientos de los BRICS --India, como socio fundador; Arabia Saudí, como candidato a la adhesión-- participan en este proyecto alternativo. Esto evidencia como la conversión de los BRICS en un foro confrontado a Occidente, como anhelan China, Rusia e Irán, no es un camino que tenga un consenso mayoritario. “Para la India, los BRICS no son un bloque antioccidental, sino una agrupación de economías emergentes que intenta avanzar las causas del Sur Global en vez de promover los objetivos estratégicos de China o Rusia”. Muchos de los intereses económicos actuales de la India están alineados con la UE, EEUU, Japón y sus aliados.
El plan propuesto incluye una segunda ruta que incrementaría la conectividad con el continente africano, que presenta un espectacular crecimiento demográfico y un escenario pleno de oportunidades. Sin duda esta ruta adicional tendría un gran interés para un país mediterráneo como España.
Esta segunda ruta podría conectar con el Sur Global recorriendo el continente africano a lo largo de los corredores: Oeste-Atlántico y el Este-Índico. Estos dos corredores norte-sur incrementarían su potencialidad a través de una potencial conexión transversal ferroviaria oeste-este (Angola-Mozambique) que conectaría los dos océanos.
El desarrollo de estos corredores ferroviarios, principalmente el de la costa Atlántica, podría ser de gran importancia para los países del Magreb y del África subsahariana, lo que sin duda sería de interés para un país europeo de la ribera norte mediterránea como España, y una oportunidad estratégica para algunos de sus puertos, entre los que se encuentran Algeciras, Valencia y Barcelona.
Se trataría de desarrollar el PIDA (Programa para Desarrollo de Infraestructuras en África) y el programa África Construction Trends. Lo que supondría una potente inversión en corredores internacionales (rutas terrestres y ferroviarias) que atraviesen el continente africano de Norte a Sur y en conexiones ferroviarias interoceánicas con los puertos africanos para potenciar el transporte marítimo.
El Banco Mundial estima en 49.000 millones de dólares /año el déficit de inversiones en infraestructuras, el Banco Africano del Desarrollo lo eleva a 108.000 millones anuales durante los 10 años necesarios para financiar las infraestructuras propuestas y compensar el déficit de éstas.
Todo lo anteriormente señalado se completaría con las infraestructuras de nuevos cables de comunicación para el desarrollo de las redes 5G y sus aplicaciones africanas: el sector de la salud, la telemedicina, la digitalización que permita incrementar la productividad de la agricultura, el desarrollo de las TIC… El teléfono móvil representa para África una importante palanca del desarrollo.
África podría aprovechar la oportunidad de saltarse etapas del desarrollo tecnológico. Los países africanos podrán esquivar las fases menos sostenibles del desarrollo y aprovechar el potencial de las nuevas fuentes de energía limpia. El smartphone permite superar las carencias africanas en las redes de teléfono fijo y suplir las aplicaciones y potencialidades de los ordenadores. África podría ser el Silicon Valley del “mundo después”.
Mientras el mundo se mueve, el “ruedo ibérico” se empantana en reivindicaciones territoriales decimonónicas, pudiendo llegar a perder la gran oportunidad de participar en el desarrollo de infraestructuras en el continente africano. España está obligada a saber utilizar el potencial de sus empresas de infraestructuras y de servicios con gran experiencia internacional y con capacidades suficientes para actuar como instrumento de estrategia geopolítica a través de la diplomacia económica.