El todo Madrid conservador se concentrará en Barcelona el próximo domingo a la hora convenida bajo el estandarte de Societat Civil. Las deidades de Ayuso y Cuca Gamarra marcharán al frente como los símbolos al viento en la antigua Anatolia. No será la nueva foto de Colón –faltan los desbancados Albert Rivera y Pablo Casado—, pero sí se manifestará el regusto deportivamente endomingado de aquel fasto.
Feijóo ha prometido asistir, pero sin salir en la foto, protegiendo así el turno de la sociedad, no de la política. Nadie puede quitarle ya el peso de sus pactos con Vox, pero el líder del PP se pondrá lejos de Santiago Abascal, “ese señor del que usted me habla”. En la última concentración en la plaza de Colón de Madrid, el 13 de junio de 2021, se mostró la unidad frente a los indultos a los condenados por el procés y el referéndum ilegal del 1 de octubre. Ahora, el protagonismo lo tiene la lucha contra la amnistía, que preside los pactos entre el PSOE y los partidos soberanistas. Para calentar la rentrée, la dupla indepe ya ha colado en el Parlament una declaración sobre el referéndum de autodeterminación, imposible de admitir con la Constitución en la mano, a pesar de que Puigdemont hable de encajarlo en al artículo 92 de la Carta Magna.
En el psicoanálisis colectivo de la política española, cada uno tiene su propia interpretación. No saben en Junts lo que muchos daríamos por ver al expresident tranquilo y sin interferir en el espacio público. Le recomendamos sosiego y una larga inhabilitación. Como en el caso de las guerras clásicas, el domingo los venecianos ocuparán el Pireo y bombardearán la Acrópolis con inofensivos pendones de seda, en signo de paz, hasta que el león de San Marcos ondee sobre el Palau. Bueno, no será tanto, dicen los partidarios de nuestro Gabriele D'Annunzio (Puigdemont), fundador del Estado Libre de Fiume y de su peculiar Constitución, la Carta de Carnaro.
Il Vate tuvo una influencia determinante en Benito Mussolini, que reconvirtió el nacionalismo del Fiume en nacionalismo italiano, al modo de quienes combaten el nacionalismo catalán con buenas dosis de nacionalismo español sin reparar en que los ciudadanos solo esperan una lección de legitimidad. No estamos en una Cataluña contra España, sino en una parte de Cataluña contra la otra parte de Cataluña indepe, que proclama sin complejos su falsa mayoría social (ver el resultado del 23J, con aplastante mayoría socialista y derrota nacionalista). La mayoría de los catalanes está con la Constitución del 78, como los italianos defendían el Statuto Albertino (la Constitución italiana) y, sin embargo, cuando el partido de Il Duce llegó al poder, suspendió el modelo parlamentario e inició una etapa autoritaria y populista. Por eso no vale invocar a los extremos; son los polvos que traen lodos; de un lado y del otro.
Cuidado con las marchas. La calle no es patrimonio de nadie; al contrario, ofrece un toque weekly, de fular, jersey suave y merendola, que sosiega el alma de los alborotados. Solo conviene vigilar las consignas y modular el exceso de los estandartes aguileños. Hay que volver a casa sin mácula; renunciar a ser conocidos para ser reconocidos.
Las vísperas de la marcha se agitan cuando Elías Bendodo justifica la molestia en el tren del sujeto extemporáneo sobre Óscar Puente: “Un parlamentario faltón”. ¡Hombre!, por el amor de Dios. No condenar al sujeto molestón no tiene un pase. La democracia en sí misma combate al oscuro que vive en la ignominia, el ridículo o en la incoherencia del mal gusto. El crimen se esconde en el semianonimato, mientras la cultura política se expande a través de la visibilidad. Ya sabemos quién quiere calentar los ánimos del domingo y, esta vez, no es exactamente Feijóo, un gallego ensimismado; el hombre paciente convertido en irascible y hasta risible cuando quiere compaginar la moderación de las empanadas de lamprea con el vino peleón del Júcar, teniendo a mano las cuencas doradas del Miño.
El domingo, la foto prevalecerá por encima del pasar inadvertido. Pase o no bajo la estatua frente al Port Vell, será la marcha de Colón sobre Barcelona.