No hay el más mínimo animus injuriandi hacia Alberto Núñez Feijóo en el título del artículo, sólo es una metáfora irónica a partir de la conocida expresión “como un pulpo en un garaje”, en relación con la notoria inexperiencia e impreparación en política exterior y europea del candidato a la presidencia del gobierno por el PP.
Hace tiempo que la política exterior es una prolongación de la política interior en otro espacio y con otros actores. Nunca tan cierto como ahora por la interdependencia global de los Estados y de la economía. Pondré un ejemplo entre la infinidad de los posibles. Las fábricas de automoción de España ralentizan la producción o la tendrán que parar por las dificultades de aprovisionamiento en microchips a causa de distorsiones del mercado de semiconductores provocadas por la guerra de Ucrania y por las tensiones entre Estados Unidos y China.
A lo que habría que añadir que el nivel de integración económica y política de la Unión Europea ya es tan elevado que -permítaseme la licencia- las reuniones de los jefes de Estado y de gobierno que forman el Consejo Europeo son como reuniones ministeriales en las que se acuerdan las orientaciones políticas generales y las reuniones del Consejo (de ministros) son como reuniones de secretarios de Estado en las que se organiza la ejecución de los acuerdos.
Por otro lado, el sistema de elección de nuestros gobernantes es ciego respecto a sus capacidades para ejercer la exigente función de gobernar en la política compleja e internacionalizada. Se da más o menos la misma ceguera en otros países.
Para ejercer de médico, ingeniero, arquitecto, abogado, maestro, se requieren titulaciones y autorizaciones administrativas y colegiales de laboriosa obtención para garantizar la idoneidad profesional del candidato. Para ser jefe de gobierno sólo se requiere haber encabezado la lista electoral del partido ganador de las elecciones o que consigue reunir los apoyos parlamentarios suficientes para la investidura. Y se dan casos en que ni siquiera había que encabezar la lista. Quim Torra fue elegido presidente de la Generalitat de Cataluña siendo un diputado más.
Ser gobernante es mucho más fácil desde el punto de vista curricular que para cualquier profesional titulado. No existe pues ninguna garantía de que quien vaya a gobernar esté capacitado para el cargo. Pondré un ejemplo por elevación. Que alguien como Donald Trump, un empresario fulero y entrampado de casinos y hoteles, haya podido llegar a la presidencia de los Estados Unidos refleja el grado de imperfección del sistema de selección del gobernante y la indefensión (consentida) del ciudadano que le vota ciegamente sin haberse informado antes sobre la preparación del candidato.
En los pasillos del edificio “Europa” de Bruselas, donde se celebran habitualmente las reuniones del Consejo Europeo, se negocian con frecuencia las orientaciones que luego se aprueban en la mesa de la reunión y acaban traducidas en un puesto de trabajo en Valladolid o en Tarragona.
Y, primera constatación (elemental), para negociar hay que hablar y en Bruselas entre los 27 se habla en inglés o en francés. El conocimiento de esos idiomas resulta imprescindible. Los asistentes y sherpas no suplen el contacto directo entre los mandatarios. Para discutir con Olaf Scholz y con Mark Rutte sobre las futuras reglas fiscales o con Emmanuel Macron sobre la formación del precio de la electricidad, además de conocer el respectivo expediente, hay que expresarse con fluidez en inglés o francés, no basta con chapurrearlos.
Segunda constatación, Bruselas, además del acervo comunitario del que hay conocer las grandes líneas, es un sistema no escrito de actos rutinarios, relaciones personales, contactos precedentes, sobreentendidos, en el que o “estás dentro” o no rascas ni una. Es lo que les ocurrió al primer Aznar -luego se espabiló- y a Zapatero y Rajoy.
No así a Pedro Sánchez, que por su conocimiento previo de Bruselas y su dominio del inglés y el francés se ha movido como el pez en el agua en los pasillos del edificio “Europa”, forjando una buena relación personal con los presidentes Ursula von der Leyen, Charles Michel, Scholz, Macron y otros. El resultado para España de esa capacitación del jefe del Gobierno solo se puede negar desde el sectario “antisanchismo”.
Las próximas elecciones legislativas serán un 23J muy europeo, por la tensa situación internacional y por lo mucho que España espera de Europa.
Pero, probablemente muy pocos votantes lo tendrán en cuenta. Las elecciones generales siguen siendo muy “locales”, con la paradoja de que cuando se celebran las locales se tiende a hacerlas “generales”.