Cuando el 24 de febrero de 2022 Rusia inició la invasión de Ucrania, Kateryna Pidgayna no se lo pensó dos veces: se quedaría de forma indefinida en Barcelona, donde unos meses antes había empezado un máster en Gestión Cultural en la UB.
“Nos gustó la empatía de sus gentes, y nos permitía seguir trabajando en el mundo del arte”, explica esta joven crítica y comisaria de arte ucraniana. Nueve meses después de su aterrizaje forzoso en Barcelona, Pidgayna abrió las puertas de Test Gallery, una galería de arte dedicada principalmente a la promoción de artistas contemporáneos ucranianos.
Los personajes de Shcherbak
“No quiero que el público diga que le gustan nuestros artistas porque somos víctimas, sino por su calidad, porque están en línea con el arte contemporáneo europeo”, explica Kateryna desde la luminosa galería, ubicada en la calle Milans, en pleno barrio Gòtic.
La primera exposición individual, visitable hasta el próximo 5 de mayo, muestra una selección de dibujos y pinturas de Oleksii Shcherbak, una de las figuras emergentes más prometedoras de la escena artística ucraniana. Poco después de estallar la guerra, Shcherbak, que actualmente reside en París, realizó una serie de dibujos de rostros humanos, fruto de su fantasía, que aparecen con los ojos cerrados, “porque cerrar los ojos es un acto reflejo cuando hay algo que nos da miedo, que nos horroriza”, explica Pidgayna. “Los personajes de Shcherbak no ven, pero saben”, añade la galerista ucraniana, que eligió a este artista para inaugurar su galería “porque su obra es muy poderosa y llama la atención de la gente, guste o no”.
Proyecto de fin de carrera
“Mi idea como galerista no es exponer solamente obra relacionada con la guerra, ya se habla suficiente de ella en los medios y otras exposiciones, sino mostrar arte de calidad, que sitúe a los artistas y la cultura ucraniana en el circuito internacional”, explica. “Casi todos los artistas ucranianos han vivido la guerra, eso es inevitable, pero no parto del discurso político, sino del criterio artístico”, añade.
La idea de montar un centro cultural ucraniano surgió mientras cursaba el máster en Gestión Cultural en la UB. “De hecho, es mi proyecto de final de carrera”, sonríe Pidgayna, que durante los primeros meses de la guerra, con la invasión rusa causando enormes estragos en su país, empezó a organizar junto a su marido, escultor y profesor de artes plásticas, numerosos proyectos culturales en Barcelona, en su mayoría con fines benéficos (el dinero recaudado era entregado al ejército ucraniano a través de un contacto personal). Al ver que la cantidad de eventos iba en aumento, Bert van Zetten, propietario de la galería barcelonesa Villa del Arte –con quién habían colaborado en alguno de los proyectos anteriores—, les ofreció su espacio de forma temporal para montar su galería, y aceptaron la oferta. Más adelante, Pidgayna decidió que quería abrir su propio espacio, así que acudió a Barcelona Activa con su plan de negocio para que la ayudaran a conseguir financiación y la asesoraran con temas de emprendimiento antes de abrir la galería actual en el barrio Gòtic. Seis meses después, tiene un nuevo reto: lograr que el ayuntamiento le conceda un local de alquiler protegido, donde espera poder mudarse en otoño.
El diálogo del arte
Antes, tiene previsto inaugurar una segunda exposición dedicada a dos jóvenes artistas mujeres: la ucraniana Nataliia Brichuk y la francesa Roxanne Hemery. “He querido establecer un diálogo entre sus obras. Creo que ambas tienen una forma similar de pintar las partes del cuerpo, de usar el pastel”, comenta orgullosa la galerista.
La inauguración está prevista para mayo, pero igual se retrasa unos días por problemas de logística. “Con la guerra de por medio, es complicado traer obra de Ucrania a Barcelona”, aclara. En el caso de Shcherbak, por ejemplo, algunas de las pinturas de la muestra fueron elaboradas hace años, por lo que los padres del artista tuvieron que enviárselas desde Kiev a París, ciudad donde se trasladó cuatro meses después de la invasión rusa de Ucrania, para que pudiese exponerlas.
“No hay paredes disponibles en Barcelona”
Las trabas burocráticas también han impedido, de momento, que Kateryna logre traer a Barcelona al reconocido artista y muralista ucraniano Waone (Waone Interesni Kazki), autor de diversos murales críticos con la guerra tanto en Kiev como en París, donde vive ahora. “Me encantaría que Waone pintara uno de sus murales por las fiestas de la Mercè: es una celebración popular en la que creo que encajan bien sus murales. Pero desde el ayuntamiento me dicen que en Barcelona no hay paredes disponibles”, lamenta.
Además de promover y difundir a artistas ucranianos en el circuito internacional, Kateryna también quiere que su galería sirva para conectar con la comunidad local. Entre semana programa diversos eventos experimentales que van desde la danza contemporánea a la pintura y a la lectura de poemas, atrayendo a artistas y creativos residentes en Barcelona, y este tipo de actos, según ella, sirven para dinamizar la vida cultural del barrio. “Conozco a todos mis vecinos”, sonríe mirando por la ventana. Fuera luce el sol y el cielo azul. “Si hay algo que añoro de mi país, además de mi familia y mis amigos, es notar el cambio de las estaciones en el paisaje, ver cómo florecen las flores en la primavera… Aunque el frío y la nieve no los echo de menos para nada”, se ríe.