Mateusz Kowalik (Polonia, 1984) recuerda momentos de su infancia en los que cogía la cámara de sus padres con las manos y disparaba hacia delante sin motivo. Sin embargo, tuvieron que pasar varios años para que este reconocido fotógrafo documental, ganador del Star Photobook Dummy Award 2023 –el premio anual para maquetas de fotolibro otorgado por la fundación barcelonesa Photographic Social Vision—, decidiera hacer de la fotografía su pasión.
“En 2010 empecé un blog de viajes. Unos años más tarde, impulsado por la grave depresión que sufría mi madre, decidí empezar a trabajar en mi primer proyecto documental a largo plazo (STEPS)”, una serie personal de fotografías sobre la lucha y la victoria de su familia contra la enfermedad, recuerda Kowalik, cuyas obras, a veces arraigadas en su propia experiencia, exploran los problemas de la sociedad contemporánea.
La naturaleza como forma de aislamiento
STEPS, como define él mismo en su web, es un registro de la relación personal de sus padres durante la época en que su madre sufría depresión. “El proyecto es una forma de decir ‘gracias’ a mi familia por todo el esfuerzo realizado para combatirla”, escribe.
Desde entonces, Kowalik, graduado en el Instituto de Fotografía Creativa de la Universidad de Silesia, en Opava, se ha centrado en proyectos a largo plazo que exploran fenómenos sociales como el uso de la naturaleza como forma de aislamiento y la visualidad de esta naturaleza combinada con el elemento humano. Es el caso de Devil’s Rib, la maqueta de fotolibro ganadora, que se presentará al público el próximo fin de semana, coincidiendo con Sant Jordi.
Huir del ritmo frenético de la ciudad
Devil’s Rib ('La Costilla del Diablo') presenta una serie de imágenes en blanco y negro que retratan a un colectivo de urbanitas de Polonia que deciden vivir en plena naturaleza para escapar del ritmo frenético de la vida en la ciudad.
“Todo empezó hace unos años, con una visita fortuita a un pequeño pueblo polaco cerca de la frontera con la República Checa. Allí conocí a un grupo de gente procedente de grandes ciudades que intentaba vivir lejos del ajetreo de la gran ciudad. Pasé mucho tiempo con ellos, escuché muchas historias inspiradoras”, recuerda Kowalik en una entrevista por e-mail. Por aquel entonces, Kowalik estaba trabajando en su proyecto anterior, titulado Still far away from paradise ('Todavía lejos del paraíso'), que ya tenía el foco en retratar el fenómeno del retorno del hombre a la naturaleza. Sin embargo, en Devil's Rib decidió ir un paso más allá, “conocer a gente más experimentada e intentar profundizar en sus historias”, detalla.
Grandes contrastes
Las imágenes de su maqueta de fotolibro nos introducen en un mundo donde nada se da por sentado, observan desde la fundación Photographic. Aparentemente idílicos, los paisajes imperfectos y las personas retratadas logran transmitir la realidad de este modo de vida alternativo. Las fotografías transmiten a partes iguales fuerza y vulnerabilidad, tensión y sosiego, acompañadas por breves textos que ofrecen información complementaria sobre las tareas cotidianas y aspectos emocionales que afrontan estas personas.
“Al principio, no sabía mucho sobre la vida en la naturaleza. Con el tiempo, aprendí que esa vida puede ser un remedio para las enfermedades de la civilización moderna”, comenta el fotógrafo. “Al vivir cerca de la naturaleza no se está expuesto a un gran número de estímulos, la gente no sobreexplota el planeta, no hay necesidad ni incentivos para comprar cosas nuevas, la vida se desarrolla con mayor atención al medio ambiente y a los seres queridos”, añade Kowalik, que para culminar la serie acabó viviendo un año en plena naturaleza y experimentando en propia piel este estilo de vida.
La estrategia de los pequeños pasos
“Me he preguntado muchas veces si estoy preparado para mudarme a un lugar salvaje. Desgraciadamente, vivir en plena naturaleza conlleva tantas ventajas como dificultades”, admite. La primera: la soledad. “Incluso si decides dar ese paso con tu pareja, crear una nueva red de amigos es mucho más difícil que en una gran ciudad”, explica. Otras dificultades: la escasez de trabajos remunerados, la distancia de los centros de salud, la falta de escuelas y tiendas de comestibles.
“He llegado a la conclusión de que aún no estoy preparado para un cambio tan radical”, confiesa, así que ha optado por la estrategia de los pequeños pasos: “Limito la compra y acumulación de objetos, lucho contra la adicción a los dispositivos electrónicos, intento pasar más tiempo con mis seres queridos, vivo cerca del bosque”, detalla.
Presenta el libro en Sant Jordi
Su objetivo con este último proyecto tampoco era animar a nadie a vivir en una choza sin electricidad, calefacción ni agua corriente. “Sólo quiero fomentar la reflexión sobre este estilo de vida y sus causas. Si eso lleva a alguien a implementar algún cambio en su vida cotidiana, ya me considero exitoso”, concluye Kowalik, feliz de poder viajar a Barcelona el próximo fin de semana para presentar su fotolibro y participar en un acontecimiento “tan bonito” como Sant Jordi.
Preguntado por cuáles considera las ciudades europeas de referencia en lo que se refiere a apoyar y promover la fotografía emergente, Kowalik no sabe qué responder. “Berlín y Hamburgo me quedan cerca, allí pasan muchas cosas”, dice. Sin embargo, le ha sido de mucha más ayuda formar parte de dos plataformas de fotografía europeas como Parallel y Futures, ya que “invitan a los artistas a cooperar, educar, crear exposiciones y facilitar la creación de redes, algo muy importante en nuestro entorno artístico”.