Para aclarar un poco si es verdad que el sistema de salud madrileño o el catalán están gravemente debilitados, y cuál lo está más, y cuál lo está menos, además de los testimonios de los usuarios se puede aportar datos oblicuos. Leí, el mes pasado, en el Financial Times, un cuadro sobre “Variation in Spanish Healthcare Spending at Regional Level” (“Variaciones en el gasto en el servicio de salud en España a escala regional”) centrado en el año 2021, desde el punto de vista de “gasto en salud per cápita”. Curiosamente, la región que más recursos destinó a la Salud fue Asturias, seguida del País Vasco, y luego, Navarra, y a renglón seguido, las dos Castillas. En la cola están Andalucía, Cataluña y abajo de todo Madrid, que son las comunidades más pobladas de España. Es evidente que cuanta más gente a tu cargo, más caro atenderla.
Publicaba ese cuadro el corresponsal del FT para España y Portugal, el señor Barney Jopson. Excepcionalmente reproduzco a continuación los primeros párrafos del artículo con el que acompañaba el cuadro, artículo que, a pesar de la redacción serena y neutra, creo que trasmina la opinión que sobre la señora Ayuso puede tener un observador extranjero como el corresponsal de esa biblia del liberalismo que es el citado diario:
“La combativa líder de la derecha de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se enfrenta a una reacción violenta contra su política de impuestos bajos y gastos frugales, a la que se culpa de un sistema de sanidad pública en crisis”.
“Ayuso, que impulsa políticas económicas neoliberales con un estilo que ha sido comparado con el del expresidente estadounidense Donald Trump, contribuyó a provocar una protesta callejera el domingo en la capital española de más de 250.000 personas que la atacaron por degradar la calidad de la sanidad”.
“En una entrevista concedida al Financial Times antes de la manifestación, Ayuso restó importancia a la misma y dijo que había sido orquestada por sus oponentes de izquierdas de cara a las elecciones regionales de primavera: ‘Su mayor preocupación es que van a ser aplastados en las elecciones del 28 de mayo’”.
“Era lo clásico de Ayuso: negarse a reconocer los argumentos de la otra parte o las incómodas preocupaciones de los votantes. Su campaña de reelección para un nuevo mandato al frente del Gobierno autonómico ya lleva sus señas de identidad políticas: eslóganes pegadizos, partidismo contundente y descalificaciones brutales”.
Etcétera. No sé si realmente afectarán a las expectativas de aplastamiento del adversario que tiene la señora Ayuso la manifestación, los sondeos que dicen que la Sanidad es la mayor preocupación de los madrileños, o las largas colas, las citas médicas para cuando lluevan ranas con pelo, una situación de postración de los ambulatorios sin médico de guardia, etcétera. A mí me impresionó (pero ya no me sorprendió) el discurso en la Asamblea de Madrid en el que la presidenta atribuyó esos problemas… a los médicos y enfermeros –colectivos especialmente estresados durante la pandemia y que se merecerían un reconocimiento especial una vez superada esta— porque “no todos quieren trabajar y arrimar el hombro”.
Me he hecho adicto a las intervenciones en Twitter de Ignasi Guardans, pues suelen ser inteligentes y sensatas, pero he detectado también que la estupidez y la ignorancia pueden sacarle de sus casillas; especialmente, como en el caso que nos ocupa, cuando esta es muy atrevida. Así, el otro día, la presidenta madrileña publicó que gracias a las Misiones, “especialmente en el Nuevo Mundo, se preservaron las lenguas de los nativos y se los respetó desde el primer día”, y Guardans no pudo retenerse: “¡No tiene ni la cultura del Selecciones del Reader’s Digest!”.