Esta semana ha sido movidita. Tres interrogantes quedan en el aire pendientes de respuesta en tres temas clave para el futuro de Europa. ¿Sobrevivirá la Gran Bretaña a la muerte de la reina Isabel II? ¿Sobrevivirá el español a la marcha de Toni Cantó? ¿Sobrevivirá el independentismo a su maltrecha unidad para seguir dotando a Cataluña de días históricos? Las tres preguntas no son baladís. Son más que pertinentes. La historia de Inglaterra de este siglo y del pasado no se entendería sin analizar el papel de Isabel II. Vio pasar por su despacho a quince primeros ministros británicos y su álbum de fotos es una historia gráfica del mundo occidental. El Imperio británico cayó como un castillo de naipes, pero la monarquía se consolidó y los países independizados seguían ligados a la Union Jack, y la corona seguía siendo reina de los “secesionistas”. La peor crisis fue Lady Di y Camila Parker, ahora Camila de Cornualles. La corona tuvo en esas fechas sus peores momentos, pero sigue ahí y seguirá, porque el republicanismo británico es una mínima expresión a excepción de Escocia.
Lo del futuro del español es otro cantar. Es más proceloso. La marcha de Toni Cantó es como un jarro de agua fría. Su trabajo ha sido encomiable. De los más de 400 días al frente de la Oficina del Español ayusista solo ha trabajado alrededor de 100. Todo un hándicap, sin duda alguna, para el idioma. Su marcha pone fin al ridículo más profundo de las procelosas aguas de la política española. Ni siquiera el escándalo que protagoniza la derecha y los jueces conservadores para no perder el poder le llega a la altura del tobillo. Marche en paz y que no vuelva, por el bien de todos. Seguro que este buen señor tiene siete vidas y ya tiene acomodo. Nada más y nada menos que en una televisión cercana a la ultraderecha. Es un jeta y sobrevive. Siempre cae de pie. Jeta significa. en algunos países hispanohablantes según la RAE, caradura, desfachatez o descaro, pero la definición general, en español, of course, nos dice “boca saliente por su configuración o por tener los labios muy abultados”, y también se refiere al hocico del cerdo o la cara humana.
¿Y el independentismo? Está claro que la unidad que nos habían vendido no ha superado ninguna prueba. Dijeron que las elecciones las ganó el secesionismo con el 52%, pero su falsedad se vio ya en los presupuestos con la CUP saliendo a la carrera de la ecuación. Luego en las imposibles relaciones de germanor entre los dos socios de Govern y la Diada ha dado la puntilla. Que Jordi Sánchez calificara a Oriol Junqueras de indocumentado o mentiroso no auguraba nada bueno. Que la ANC pusiera a bajar de un burro a ERC, tampoco. Y que Laura Borràs se erigiera como la líder de los radicales ponía la guinda en un pastel. Quizás en Junts harían bien en comprar tiritas para cerrar la herida que les puede provocar la marcha de Borràs con los sectores que apuestan por una confrontación con España, aunque sea de salón.
¿Qué pasó en la Diada? Todo según lo previsto: la foto de la ruptura. La manifestación se resintió pero el sector más radical toma posiciones y la dominó. La presidenta de la ANC le puso letra a la música cuando exigió avances en la independencia o convocatoria de elecciones. Dolors Feliu acarició la idea de abrir un nuevo espacio electoral con su lista cívica. Pero para eso, la lista de marras debe tener un líder, o lidederesa, y configurarse en un partido o agrupación electoral. Y lo más importante, que haya agua en la piscina, es decir, un espacio electoral. La que juega a ser líder de este espacio es Laura Borràs, pero queda la incógnita de saber si Junts la seguirá o se romperá, porque esta opción no casa con las voluntades de los que quieren refundar la vieja Convergència y recuperar el ansiado espacio central que intenta ocupar ERC. Los mismos que no tienen ganas de abandonar el Govern. No tardó Borràs ni 24 horas en dejarlo claro. Hay que salir del Govern. Veremos.
Por si fuera poca la tensión, está amenaza de romper el Govern tomará forma si Aragonés en el debate sobre el estado de la Autonomía no entra en sus tesis de confrontación. A tenor de lo visto y oído en la Diada que se convirtió en un acto contra ERC es difícil que los republicanos cambien su hoja de ruta. Si Junts abandona al ejecutivo, cosa que está por ver, la pregunta es si Aragonés moverá pieza para cambiar el escenario político, algo que se antoja improbable antes de las municipales.
El tercer actor en cuestión ha sido el gran derrotado en la Diada. Las concentraciones de la izquierda anticapitalista no han pasado de testimoniales, lejos de su protagonismo anterior. La CUP hace tiempo que pasa muchas tribulaciones que amenazan con romper las costuras de la organización. En Arran han culminado, está por ver si la infección afecta al partido madre lo que sería letal en autonómicas.
La calle se ha pronunciado con menos fuerza que otras veces pero se ha pronunciado de tal forma que los que quieren pescar en río revuelto aspiran a coger ímpetu porque sus tropas están movilizadas, aunque la realidad es que los sectores más radicales tienen una fuerza, cierta, pero justita y ampliar el espectro electoral independentista daría al traste con las ansiadas mayorías y el principal fruto lo recogería el PSC de Salvador Illa. ¿Sobrevivirá el independentismo a la ruptura? Seguramente sí, lo que se desconoce es como. La ANC con propuestas esotéricas no ayuda. ERC sigue fuerte en sus tesis y tiene la presidencia de la Generalitat que no está dispuesta a perder. Junts no acepta que le robaran la cartera y seguirá apretando para recuperarla aunque su hoja de ruta es inexistente más allá de las algaradas y trata a la desesperada de encontrar una salida. La CUP está en el ostracismo, la ANC quiere presentarse a las elecciones con DUI incluida y Òmnium pretende cambiar de líderes para iniciar un tiempo nuevo. Sobrevivirá sí, pero los heridas empiezan a hacer mella y los días históricos han pasado, eso, a la historia. Solo nos queda ver el inmediato futuro de Jordi Puigneró que todavía no se ha enterado que no es el presidente de la Generalitat y en su partido pierde fuelle.