Pedro Sánchez necesitaba dar un golpetazo en el tablero, reconectar con sus votantes que se mostraban hasta ahora apáticos o descreídos ante la adecuación y eficacia de las sucesivas medidas adoptadas para hacer frente a la brutal subida de la inflación.
Y puede que lo haya logrado con un discurso realista, que deja definitivamente atrás la tendencia natural, de todos los gobernantes, pero particularmente suya, a mirar la botella medio llena. Ha sido conciso en la descripción de los problemas, y hábil cuando ha recordado todo aquello que el Gobierno ya está haciendo a favor de la mayoría social.
Entrando en el terreno de los anuncios, las nuevas medidas sociales tienen un aroma populista, como la gratuidad en el transporte ferroviario operado por Renfe o los 100 euros de más que cobrarán el millón de becarios mayores de 16 años que hay en España, pero son potentes.
Otras, como limitar el IPC para los alquileres al 2%, ya se estaban aplicando desde la primavera, y se revalidarán hasta finales de año, con un impacto que es muy positivo. Finalmente, el conjunto de medidas para compensar la inflación y el aumento de los precios energéticos son una realidad palpable en los recibos, aunque el resultado no sea del todo el esperado.
En el otro lado hay los nuevos impuestos a las eléctricas y la banca. Los 7.000 millones que espera recaudar el Gobierno en dos años no son un hachazo. En realidad, es una cantidad bastante modesta. Solo el coste de las medidas sociales en marcha hasta ayer (rebaja al 5% del IVA en la luz, bonificación del carburante, ayuda de 200 euros a las rentas bajas y aumento del 15% a las pensiones contributivas) cuestan más del doble.
El monto de las nuevas medidas sociales todavía no se sabe, pero Renfe va a tener que pedir un crédito extraordinario para hacer frente a la gratuidad de Cercanías. Y, sin embargo, el anuncio de un impuesto extraordinario a las grandes corporaciones ha sido recibido con júbilo entre los diputados que apoyan al ejecutivo.
La izquierda necesitaba exhibir que va a recaudar entre los que más tienen para que su relato redistributivo tenga credibilidad. Y, sin embargo, no es nada excepcional en Europa, donde un sinfín de gobiernos, no precisamente de izquierdas, están grabando los beneficios extraordinarios de las empresas petroleras, gasísticas y eléctricas con mayores tasas incluso. Lo de la banca no estaba en el guion, y por eso el Ibex sufrió un duro varapalo al poco de anunciarse.
Sánchez dice que lo suyo es socialdemocracia dura frente a la receta neoliberal de la derecha de bajar los impuestos, algo que nadie hace en Europa porque los tiempos han cambiado. El presidente ha marcado el terreno de juego con un discurso más ideológico y de izquierdas para cohesionar su Gobierno, recomponer el llamado bloque de la investidura e intentar desinflar al PP y a su líder, Núñez Feijóo, que encabeza claramente las encuestas.