Ahora Óscar López vuelve y el mejor retrato de su vuelta lo hizo Pedro J. Ramírez en su videoblog de El Español el 11 de junio: “Los aduladores de ayer son los más sañudos verdugos de hoy. Por eso ahora que ha dejado de tener ningún poder, digo hoy por primera vez que Iván Redondo ha sido el mejor jefe de Gabinete de la democracia, el mejor jefe de Gabinete que ha pasado nunca por Moncloa. Que su inteligencia estratégica, su estilo organizativo, su capacidad de aunar talentos en una maquinaria bien engrasada y su capacidad de interlocución siempre con buen talante, con rostro humano, van a marcar un antes y un después. Sin Redondo, Sánchez no habría logrado capear ni sus flagrantes contradicciones, ni la alta exposición durante la pandemia, siendo al final el líder menos mal valorado. Confiemos en que no quepa decir “otros vendrán que bueno te harán”, pero en Ferraz deben ser conscientes de que a Óscar López le han dejado el listón muy, muy alto”.
Sánchez ha tomado su decisión. Veremos qué pasa a partir de ahora. Esperemos que el trabajo realizado durante este tiempo no acabe como agua de borrajas. Sin Redondo, el PSOE estaba en las raspas; con Redondo, llegó la victoria, mal que les pese a los que ahora dicen estar «jubilosos» por la marcha del todopoderoso jefe del Gabinete. Un destacado líder socialista me apuntaba: "Ha ganado el PSOE en esta crisis, sí, pero ha ganado el PSOE de 2016". Yo añadiría otra cosa: ha vuelto el PSOE, cierto, pero el de 2014… No voy a entrar a valorar el nuevo Ejecutivo, eso ya lo han hecho mis compañeros en multitud de crónicas y análisis, pero sí les digo, como Pedro J., que en la Moncloa habrá un antes y un después. Redondo le dio a la política gubernamental la vuelta como a un calcetín y también al viejo PSOE, que ha vuelto, dicen, para liderar la remontada. Viendo lo que fue el PSOE de 2014, el de 2016 y el de los primeros meses de 2017, tengo mis dudas razonables”.
Perdonen el atrevimiento, pero estos párrafos están extraídos de Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve, un libro que me permitió escudriñar las interioridades del PSOE, de La Moncloa, y vivir ciertas situaciones en primera persona. Ha pasado un año, solo un año, y ciertamente el listón que dejó Iván Redondo estaba muy alto y la vuelta del PSOE ha llevado al partido a su peor momento en años. De hecho, las encuestas lo sitúan en menos de seis millones de votos, o lo que es lo mismo, en 2015.
Y lo peor, los errores tácticos y estratégicos. La bandera de España al revés ante el rey de Marruecos, el cambio de estrategia mal explicado ante el reino alauí, la banderita al revés --otra vez-- en la cumbre de la OTAN, la falta de cintura ante los sucesos de la valla de Melilla, el pacto de la reforma laboral que saltó por los aires por los errores de Félix Bolaños, que repitió miméticamente los de Murcia, el fiasco de la gestión de Pegasus con la Generalitat, las continuas broncas con Podemos sin que nadie se afane a evitarlas y que provocan desazón y desmovilización, y así un largo etcétera. Salen las cosas, siempre por la campana y siempre a expensas de los diferentes grupos políticos. No hay iniciativa y menos liderazgo.
El equipo de Moncloa tiene ya un epíteto, “el clan de los gafes”, porque no aportan, no gestionan y tampoco solucionan. Sánchez cambió su equipo médico habitual y desde hace un año está enfermo. Lo pilla todo. Configuró un Gobierno para la remontada y está a punto de bajar a segunda división. Ningún ministro tiene el nivel de los denostados Carmen Calvo o José Luís Ábalos y en Moncloa Iván Redondo no tiene sucesor. Era mucho más que el Jefe de Gabinete del Presidente, una condición especial que siempre reivindican sus seguidores pronunciándose en las redes y que reconocen con el paso del tiempo sus detractores. Llevaba el medio campo.
De hecho, nadie sabe gestionar un gabinete multidisciplinar y transversal que, hoy por hoy, no aporta nada al presidente. Los ministros estrella que nos prometieron han quedado estrellados. Sánchez ha perdido un año de legislatura y solo le queda uno para esa remontada. Sus acólitos le han fallado porque no hay peor cosa que tener de asesores a palmeros. Tanto dentro de Moncloa como fuera. Sus actuales asesores le llevan a las mismos derrotas que experimentó el PSOE con el mismo tipo de consejeros en 2014, 2015 y 2016.
El presidente aún está a tiempo si es avezado y osado, pone en valor la coalición y el PSOE se hace de izquierdas sin veleidades caobas. La cuestión a resolver es cómo se hace y con qué equipo, cuando la percepción social está bajo mínimos y se ha instalado en la desconfianza. Dice que las medidas contra la crisis son de izquierdas cuando son las mismas aplicadas por Macron o por Draghi, que muy de izquierdas no son. Está el presidente a la defensiva y no tiene iniciativa. Todo le sale mal, salvo la cumbre de la OTAN que ha sido una estrella fugaz. Las elecciones se ganan por Soria y no por Siria. Así ha sido desde que volvió la democracia y sigue siendo.
Mientras, como estratega nato, Iván Redondo hoy triunfa nuevamente en la empresa privada, con discreción y a lo suyo. Un importante empresario me señaló hace unos días que le sorprendió la defensa a ultranza que realizó del presidente con argumentos brillantes. Me dijo que sabía que ese ejercicio ya lo había hecho con otros y que le ha sacado la cara a Sánchez en los mentiremos de Madrid durante todo el año. Iván es así. Nunca abandona. Nadie sabe si ha hablado con Sánchez estos días. Les confieso que he dudado, pero no lo creo.
Ha pasado solo un año y al PSOE robusto le sigue un PSOE esquelético y sin rumbo. De hecho, Ferraz es una ruina. Adriana Lastra ha hecho evidente lo que era: un cero a la izquierda, que ni lidera el partido ni sabe cómo hacerlo. Su salida de tono tras la derrota en Andalucía pasará a los anales de la historia de la comunicación política. La Ejecutiva Federal en su conjunto vaga sin rumbo por un páramo. Es hora de tomar medidas. Es hora de una crisis de Gobierno que incluya al sector morado, y es hora de una crisis en el Partido Socialista. Antes de las generales se celebrarán municipales y autonómicas. Hasta ahora, los barones han sido prudentes. A medida que se acerque la fecha dejarán de serlo. Sánchez hizo caso de los cantos de sirena que satisfacían a los gafes que habían sido relegados. Han vuelto y han fracasado. En Moncloa, la vida es un recuerdo lejano y el clan de los gafes no atina ni una, y en Ferraz ha vuelto el peor PSOE de su historia. Hace un año tenía mis dudas razonables sobre los cambios. Un año después no tengo ninguna duda.