La empresa israelí NSO ha vendido el programa espía Pegasus a decenas de países, entre ellos a España y Reino Unido, estados democráticos. La empresa está en bancarrota porque al conocerse su actividad la incapacitó para seguir llevándola a cabo por motivos evidentes.
El día de Santiago de 2014, Jordi Pujol confesó que había ocultado una cuenta millonaria en el extranjero durante décadas.
Esta confesión rompió el mito de Jordi Pujol para siempre, y la imagen del fundador de Convergència despareció del partido.
En aquella ocasión, no fue Pegasus quien destapó el escándalo, porque la contratación del programa con el presunto visto bueno del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se realizó tres años después, para combatir el proceso separatista que culminó el 1-O, con un farol del independentismo. Y todo apunta a que se continuó utilizando el programa en con Pedro Sánchez al frente del Gobierno.
Pegasus ha investigado no solo a cuatro presidentes de la Generalitat (Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y el actual, Pere Aragonès) sino también a una sesentena de líderes o activistas secesionistas, entre ellos los dos Jordis y algunos de los presos por haber atentado contra la integridad de España.
Pegasus ha tenido controlados los móviles de todos ellos y sus contactos. Pero hace 20 años el CNI controlaba a los enemigos del Estado mediante el programa Sitel, pensado para combatir a ETA y a los terroristas islamistas.
España tiene muchos enemigos y, aunque los separatistas están escandalizados, Pegasus lucha contra ellos.