Inmersos en un no parar de desastres que se suceden unos a otros, tendemos a obviar algunos males de fondo que, al no resultar evidentes y pese a su severidad, pasan desapercibidos. Entre ellos, destaca el gravísimo deterioro de la salud mental, especialmente preocupante porque, todo señala, puede acelerarse de forma exponencial.
Todos los indicadores muestran el extraordinario incremento de las patologías psíquicas. Sin tener que recurrir a informes técnicos, es tan solo cuestión de observar cómo de superados se muestran los profesionales de la salud mental para atender una genuina avalancha de pacientes, de toda edad y condición. O, más sencillo, hagamos el esfuerzo de mirar a nuestro alrededor o a nosotros mismos. El panorama resulta inquietante.
Por ello, se han aumentado los escasos recursos de que disponía nuestro sistema de salud mental. Pero dicha mejora de prestaciones resulta aún muy insuficiente pues, a diferencia de las patologías físicas, las de orden psíquico requieren de un tratamiento prolongado con una gran atención continuada por parte del profesional. Asimismo, en parte por la influencia de algunas farmaceúticas y por la incomprensión social de la enfermedad mental, se consolida el recurrir a la medicación, de la que se espera unos efectos suficientes, que no se darán sin una acción simultánea y continuada desde la psicoterapia.
Pero, además, debe entenderse que la avalancha que padecemos no es casualidad, sino que es, en muy buena medida, consecuencia de un modelo de vida que tiene en el desarraigo, ostensible en muchos barrios, una de sus características más notorias. Para complicar las cosas, a esta falta de sentirse parte de una comunidad de personas, se la pretende suplir con la alternativa digital, con unos efectos aún más devastadores.
Frenar la epidemia que se avecina necesita de más terapeutas pero, también, de entender las consecuencias de una sociedad fracturada y desorientada. Por ello, se requiere de acciones preventivas, orientadas a la persona y su entorno, especialmente en aquellos barrios más deteriorados. Que cada vez son más.