Los bloques políticos están cambiando en toda Europa y por ahora se les ve en fase de perplejidad estratégica trasladable a los electorados, como se espera previsiblemente en la segunda vuelta de las presidenciales francesas, en dos semanas. Aunque Macron ha actuado como si fuera el gran mariscal de Ucrania y llevado al límite su presidencia semestral de la Unión Europea, hasta el voto de hoy las encuestas --indicativas de notable insatisfacción con su ejecutoria-- no le daban más del cincuenta por ciento de votos en la primera vuelta. Al finalizar hoy el recuento, lo más probable es una segunda vuelta en la que Macron tenga que enfrentarse a Marine Le Pen. Es el balotaje, que también rige en países como Argentina, Finlandia, Chile o Austria. Será en la segunda vuelta cuando tenga una importancia decisiva el voto a los candidatos descolgados en la primera vuelta. Como siempre, los sistemas electorales definen primordialmente la política de un país.
El naufragio electoral del centro-derecha que tuvo el Elíseo con Pompidou, Giscard, Chirac o Sarkozy, recuerda cómo aquel socialista melifluo que fue Guy Mollet la consideraba la derecha más estúpida del mundo. El crédito gaullista se agotó. Por encima de la perplejidad ante ese desplome, superado ciertamente por el desplome socialista, el suspense de la segunda vuelta va a ser espectacular, incluso más allá de Francia porque si al final ganase Marine Le Pen el panorama europeo cambiaría sustancialmente incluso con las moderaciones que la hija de Le Pen ha tutelado en su partido, comenzando por el nombre. La consolidación de un frente de alter-europeísmo reivindicativo de los Estados-nación frente a las propuestas supranacionales sería un shock además de una reconsideración del institucionalismo europeo.
A partir de esta noche, al ver como se concreta el escrutinio, se irá resolviendo con luz y sombras la incógnita del segundo turno, según vayan ubicándose quienes pueden encaminar los votos huérfanos del primer tour. En los últimos momentos, Sarkozy caracoleaba sibilinamente, como si estuviera dispuesto ya a volcar su capital electoral a favor de Macron. Hay precedentes --Jacques Chirac-- de una segunda vuelta en la que el candidato gaullista atrajo los votos de la izquierda para parar a Le Pen. Aparecía la estrategia del cordón sanitario. ¿Tiene eso vigencia real en 2022?. Le dará que pensar a Núnez Feijóo. Lo más evidente es que, con una abstención abultada del 27 por ciento, haya muchos votos en el limbo para el segundo tour.
No puede descartarse que Sarkozy busque ser fiel de la balanza postelectoral, de acuerdo con lo que sería “una fórmula de apoyo condicionado”: es decir, con cuotas de poder gubernamental para el sarkozismo. Para sectores de la derecha francesa, el voto útil era Éric Zemmour, un periodista de gran capacidad argumental y un empuje mediático que en realidad ha ido situándole a la derecha de Marine Le Pen. A la izquierda solo se salva electoralmente un político tan pleistocénico como Melénchon. Para la segunda vuelta, ¿cómo se realinearán los bloques políticos de Francia?