Las compañías Werfenlife y Puig obtuvieron el año pasado unos resultados económicos esplendorosos. Una y otra figuran entre las firmas de capital familiar más descollantes de Cataluña. Sus sedes sociales siguen ancladas contra viento y marea en este territorio.
La primera de ellas, Werfenlife, se dedica a producir material hospitalario y científico, con fábricas en la provincia de Barcelona, en Alemania y en Estados Unidos. Su evolución en los lustros recientes ha sido briosamente alcista. De hecho, lleva largo tiempo creciendo en ventas y beneficios a un ritmo endiablado. En el último ejercicio, su actividad funcionó a todo trapo merced a la extraordinaria demanda de dispositivos para la detección del Covid.
Gracias a ello, la facturación dio un brinco del 9% hasta rozar los 1.900 millones. Si la progresión se mantiene, sus ingresos rebasarán limpiamente este mismo curso el redondo guarismo de los 2.000 millones.
El alza del giro palidece frente a la ascensión meteórica de las ganancias, que se encaramaron un 40% hasta los 363 millones. De estos escuetos datos se infiere que la rentabilidad del conglomerado fue opípara. Por cada cien euros vendidos, cerca de una quinta parte quedó remansada en las arcas sociales en forma de utilidades netas.
Werfenlife se fundó en los años sesenta del pasado siglo por impulso de los hermanos Francisco y José María Rubiralta Vilaseca. Poco antes habían puesto en marcha una industria siderúrgica que con el tiempo tomaría el nombre de Compañía Española de Laminación SA, conocida por la sigla Celsa.
Por azares de la vida, los Rubiralta partieron peras. Francisco se quedó Celsa y José María, Werfenlife. Ambos fallecieron una década atrás y la batuta de mando pasó a sus hijos respectivos. En Werfenlife el relevo corrió a cargo de Marc, Xavier, José Luis y Jorge Rubiralta Giralt. El primero de ellos lidera la compañía en calidad de presidente.
En cambio, su hermano Jorge se desvinculó de la gestión y de un tiempo a esta parte se dedica a sus inversiones privadas. Entre 2019 y 2020, vendió gruesos paquetes de acciones de Werfen a la propia compañía. Asimismo se desprendió de su parte en la llamada Torre Werfen, el rascacielos que aloja la sede del consorcio, sito en la plaza Europa de L'Hospitalet de Llobregat. Entre pitos y flautas, por esos trasiegos se llevó al zurrón la bonita cantidad de 375 millones en efectivo.
Pese a esa ingente salida de caudales corporativos, al día de hoy Werfenlife atesora unos recursos propios del orden de los 1.500 millones. Pero hay más. A raíz de los traspasos protagonizados por Jorge, la valoración de la sociedad se tasó al céntimo. Ronda la espectacular suma de 6.250 millones. Las empresas catalanas que alcanzan capitalizaciones de tal calibre se pueden contar con los dedos de una mano, y aún sobraría alguno.
Los Rubiralta han encomendado la secretaría del consejo de Werfen al veterano abogado Miquel Roca Junyent, uno de los más consumados lobistas supervivientes sobre la piel de toro.
Curiosamente, Puig, el otro grupo al que me refería al principio, también tiene fijado su cuartel general en la plaza Europa de Hospitalet. Está presidido por Marc Puig Guasch y vende esencias, cosmética y prendas de moda. En 2020 atravesó un bache profundo. El confinamiento y el cierre de las tiendas de perfumería provocaron que su cifra de negocio cayera a plomo un 24%. En consecuencia, las cuentas se saldaron con un quebranto histórico de 72 millones. Pero tras la noche viene el día. En 2021, Puig cabalgó a lomos de una recuperación fulgurante, gracias entre otros motivos a la demanda latente que se había embalsado durante la pandemia.
Los ingresos subieron como un cohete nada menos que un 68%, hasta rozar los 2.600 millones. Más espectacular todavía fue la mejora del superávit. Puig contabilizó un rendimiento neto de 234 millones, el mayor logrado nunca por la casa.
Es sabido que en épocas de crisis, muchos astros del firmamento económico pierden su fulgor y ya no lo recobrarán. Pero también los hay, como revelan los dos ejemplos transcritos, que saben sacar fuerzas de flaqueza y se erigen en claros ganadores. Werfenlife y Puig son sin duda dos tramas empresariales de éxito con mayúsculas. Semejantes gestas, dicho sea de paso, están haciendo de oro a sus afortunados propietarios.