El Ayuntamiento de Barcelona, o sea el juez, ha convocado oposiciones para ingresar en las bolsas de trabajo del consistorio. Cerca de 16.000 personas se presentarán a las pruebas. Lo impresentable e indecente es que el regidor Eloi Badia, mano derecha de la alcaldesa Colau, se presente a estas pruebas. Es decir, Eloi Badia, en su estilo, es juez pero también parte.
Cuentan las crónicas que el señor Badia cumple los requisitos para presentarse, pero la pregunta es: ¿Quién ha hecho el traje a medida para que cumpla los requisitos? Es decir, ¿tenemos alguna prueba de que el señor Badia no ha intervenido en la elaboración de los criterios para elegir a los aspirantes? En estas pruebas, las administraciones públicas definen los perfiles de los aspirantes, y no es de recibo que quien define estos perfiles sea miembro del equipo de gobierno o un asesor del equipo de gobierno. Para más señas, uno es la pareja del señor Badia, la señora Tatiana Guerrero.
¿Se imaginan ustedes al tribunal corrigiendo las pruebas del señor Badia? No sabemos si lo hará con el aliento en la nuca del excelentísimo señor concejal que se está buscando la vida más allá de las elecciones de 2023. Ciertamente, tiene todo el derecho a hacerlo pero siempre con ética. ¿Es ético que se presente a unas pruebas que diseña el ayuntamiento en el que es regidor? Sin duda, no. Ni ético, ni presentable. Es sencillamente indecente.
Se imaginan ustedes a la señora Ayuso presentándose a unas pruebas para ser funcionaria de la Comunidad de Madrid. O al señor Pedro Sánchez intentando acceder al cuerpo de técnicos comerciales del Estado. O al señor Aragonès aspirando a ocupar una plaza fija en la Generalitat. No, ¿verdad? Lo peor del caso es que nadie ha puesto el grito en el cielo. Ni siquiera la alcaldesa que se desgañitaba contra las puertas giratorias, acompañada siempre del palmero Badia. ¿A esto como se llama? Puertas giratorias seguro que no, pero seguramente encontraríamos alguna tipificación especial para apadrinar a un concejal que se quedará sin trabajo.
Quizás el señor Badia no quiere volver a Ingenieros sin Fronteras, entidad bien regada de dinero público, porque --como quizás sabe el regidor-- los comunes no podrán retener la alcaldía y la administración no dará suficientes recursos a la entidad para mantenerlo. Tampoco los grupos de oposición, el PSC, que está en el gobierno municipal, han dicho esta boca es mía. Cierto que una regidora de Junts per Catalunya, Francina Vila, se presenta, pero la señora Vila no ha sido arte y parte en esta cuestión. No ha fijado el perfil de los aspirantes y no formará parte de los tribunales que corrijan las pruebas. El señor Badia sí, en su condición de regidor de gobierno. La señora Vila es solo concejal de la oposición. Por cierto, Badia no es un regidor cualquiera porque ha actuado como mano derecha de la alcaldesa en muchas cuestiones.
Si yo me presentara a estas pruebas de ingeniero, tendría a mano una impugnación, porque nadie me puede garantizar la imparcialidad del consistorio a la hora de elegir a los mejores. Por ejemplo, ¿quién puede asegurar a los opositores que Badia no conoce los temarios?
Don Eloi ha protagonizado muchos asuntos escabrosos en la --pésima-- gestión de Colau. Desde los cementerios, a la cutre --y manipulada-- consulta sobre el agua, pasando por el trato a los okupas de Gràcia y sin olvidarnos de la chufa de la recogida de basuras en Sant Andreu. Si se presenta a las pruebas, lo decente, lo inmaculado, sería que presentara su dimisión para garantizar la transparencia --algo de lo que este gobierno de los comunes adolece--, la equidad y la imparcialidad. Se presenta, pues dimita señor Badia. No sea impresentable e indecente. O al menos haga como la mujer del César. Ser honrada y parecerlo.